Opinión

Domingo Medina

La Laguna

El Cristo de las Caídas

Imagen actual del Paso de las Caídas.

Imagen actual del Paso de las Caídas. / Marcos Perdomo

Con la celebración del Domingo de Ramos da comienzo la Semana Santa. Hoy, como cada Domingo de Ramos, al atardecer, procesiona desde la histórica iglesia de San Juan Bautista, en La Laguna, el Cristo de las Caídas, acompañado de su cofradía de penitentes, recorriendo las calles Pablo Iglesias, San Juan, La Carrera, Ascanio y Nieves, San Agustín y Juan de Vera, hasta la Catedral.

La imagen del Cristo de las Caídas y su Cofradía tienen su sede canónica en la parroquia de San Juan. La iglesia, aunque construida a semejanza de otras ermitas laguneras, como la de San Benito o la de Nuestra Señora de Gracia, ofrece una gran amplitud y se distingue porque carece de elementos que diferencian el presbiterio del lugar de los fieles. Se construyó para agradecer a San Juan Bautista, como santo protector de la epidemia de la peste que asoló a la ciudad y pueblos cercanos durante 1582-1583.

A este templo se le añadió, en el año 1963, el mismo año que fue creada la parroquia por el obispo Luis Franco Cascón, una pequeña capilla lateral donde se venera al Cristo de las Caídas. Curioso fue comprobar que, mientras se realizaban las obras de excavación, aparecían restos humanos, al tratarse de la zona en que probablemente se habían dado sepultura a las personas fallecidas durante la epidemia que se produjo principalmente en el barrio de San Juan y en la calle El Peral, (hoy, Cabrera Pinto), en el año 1807, donde, y a falta de un cementerio, se volvió a utilizar para enterramientos las ermitas de San Benito, San Cristóbal y San Juan. Debido a ello, en esa Semana Santa, aunque el tiempo estaba bueno, las procesiones no salieron de los templos por falta de gente que acompañara y cargara las imágenes.

El Cristo de las Caídas

Paso del Cristo de las Caídas acompañado, en su primera salida en el año 1956. / E. D.

Por lo tanto, no es posible que los restos que se encontraron durante las obras de la capilla fueran de los fallecidos en la epidemia de la peste (1582-1583), porque cuando las autoridades de entonces se encomendaron a San Juan, y al no fallecer ninguna persona desde la víspera del día 24, día de su santo, se acordó construir en ese espacio una ermita. Para ello, se dirigieron al lugar donde estaban enterrados los fallecidos hasta ese momento, hicieron un cerco y trazaron donde debía ir la ermita.

El 25 de julio de 1954, previo a la celebración de la solemne función religiosa oficiada por el entonces párroco de La Concepción y responsable de la ermita de San Juan, Maximiliano Darias Montesinos, el obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Domingo Pérez Cáceres, bendijo la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Caídas. Esta talla, que representa una de las caídas de Jesucristo camino al Calvario, forma parte del conjunto de esculturas, junto a Simón de Cirene a la que más tarde se le añaden un sayón y un romano. Estas obras fueron adquiridas en la Casa Bocacha de Barcelona, por un importe de 200.000 pesetas y donadas a la ermita por la familia Acuña Dorta. En el acto de bendición actuaron de madrina y padrino María del Carmen Rivero de Acuña y Félix Álvaro Acuña Dorta, respectivamente.

La Cofradía del Cristo de las Caídas se funda en el año 1955 previa solicitud al obispado para su aprobación del acta de constitución de fecha 16 de septiembre del mismo año. La primera Junta de Gobierno fue presidida por el cofrade mayor Álvaro Acuña Dorta y formaron parte de la misma los siguientes cofrades: Luis, Aureliano, Andrés y Bernardo Acuña Dorta; Ventura Alemán, Ángel Martín, Manuel Martín, Néstor Acuña, Antonio Pérez y Félix Arias.

El sacerdote Vicente Cruz

Desde la fundación de la cofradía, los cultos en honor del Cristo de las Caídas y durante años fueron oficiados por el sacerdote Vicente Cruz Gil, nacido en el barrio de San Juan, concretamente en la calle María Morales, que después de concluir su formación religiosa en Roma, mantuvo sus responsabilidades en el seminario diocesano y en la ermita hasta que fue constituida en parroquia.

Muchas han sido las personas que han formado parte de esta cofradía desde su fundación, y como es imposible en este espacio enumerarlas a todas, recordamos a quien durante muchos años fue su secretario Ventura Martín Martín, propietario de la molineta de gofio de la calle de San Juan, que junto con la de La Estrella, en la calle Núñez de la Peña, hacía posible que este antiguo barrio lagunero desprendiera un agradable olor a gofio.

La primera salida del Cristo de las Caídas con su cofradía fue en el año 1958, tres años más tarde de su fundación, debido a que se estaban confeccionándose los hábitos, trabajo que realizó una magnífica costurera del barrio de San Juan, llamada Tomasa, que vivió muy cerca de la iglesia en el lugar conocido como la explanada de San Juan. Las dos salidas anteriores, en los años 56 y 57, es acompañado por la Venerable Hermandad de San Juan Bautista, el Jueves Santo. El primer año asistieron a la procesión 60 miembros de la citada Hermandad. El paso es el más grande que procesiona en la Semana Santa lagunera, tanto es así que, como lo recuerda en muchas ocasiones Bernardo Acuña, dicho trono solo puede entrar en La Catedral y en San Juan. La cenefa, que actúa como base del conjunto escultórico, fue realizada por el escultor lagunero Quico Álvarez, así como la actual cabeza del romano que sustituyó a la original por considerar poco adecuada su ejecución.

La familia Acuña Dorta

La participación de la familia Acuña Dorta en la entonces ermita de San Juan, no solo se limitó a la constitución de la cofradía y adquisición de las imágenes que constituyen El Paso del Cristo de las Caídas, sino que, el 27 de septiembre de 1955, el doctor Domingo Pérez Cáceres, obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna bendijo la milagrosa imagen de San Judas Tadeo, donada por el empresario lagunero Luis Acuña Dorta.

A partir de 1960, esta procesión del Cristo de las Caídas cambia su primera estación de penitencia del Jueves Santo al Domingo de Ramos, tal como lo viene haciendo desde esa fecha hasta el día de hoy. También, y desde un principio, forma parte de la Procesión Magna lagunera, convirtiéndose en la primera de las procesiones que, siendo de un barrio de La Laguna, participa conjuntamente con otras de las distintas parroquias y conventos del centro histórico de la ciudad. Más tarde se han sumado otros barrios como San Lázaro, con la Venerable Hermandad Sacramental de San Lázaro y Cofradía Penitencial del Calvario y María Santísima de los Dolores y San Benito, con la Cofradía de la Verónica y la Santa Faz.

Una vez finalizada la procesión del Domingo de Ramos, El Paso del Cristo de las Caídas permanece en la Catedral hasta el Viernes Santo, desde donde volverá a salir para participar en la Procesión Magna de La Laguna.

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