Opinión | El lápiz de la luna
Mucho que ver

Mucho que ver / ONCE
Me encanta escribir artículos optimistas. Me entra un cosquilleo en la yema de los dedos que hace que me bailen por las teclas del ordenador como si estuvieran en la fiesta de las letras. Pura algarabía. No todo iba a ser pesimismo y desilusión o desconcierto por este momento social raro que nos rodea. A veces, solo basta con mirar la realidad con otros ojos. Y no, esta frase no es mía, es de la campaña que ha puesto en marcha la ONCE «Mucho que ver» en la que la originalidad, el sentido común y el humor son los ingredientes que harán que te enganches a una serie (espero que tenga segunda temporada) que nada tiene que envidiar a los grandes éxitos de Netflix. «Mucho que ver» cuenta con once capítulos de unos dos minutos cada uno en los que un grupo de amigos con ceguera de nacimiento o adquirida se reúnen en su cafetería de siempre y comentan cómo les ha ido el día. En cada episodio abordan diferentes temas relacionados con la discapacidad visual: el momento de esperar el transporte público, el contexto laboral, la odisea de caminar por la calle, ir a un centro comercial o preparar una receta y confundir la cayena con la canela al cocinar unas torrijas. Durante la charla, los protagonistas nos dan consejos acerca de cómo ser una sociedad verdaderamente inclusiva y qué necesitan de nosotros. Por ejemplo, que no los tratemos como inútiles. Porque echar un capote está muy bien, pero antes de cogerles del brazo para ayudarles a cruzar la calle deberíamos preguntarles algo tan simple como si podemos tocarlos o si necesitan ayuda. Ya les digo yo que si un desconocido me aborda en medio de un paso de peatón el disgusto no me lo quita nadie, pues imagínense ustedes el sobresalto que supone para una persona ciega. Esta campaña me gusta por varias razones: normaliza la discapacidad visual, lo que me parece que dignifica a las personas sin restos visuales y utiliza el humor para hablar de lo cotidiano; anda que no nos habremos equivocado nosotros con los ingredientes de una receta sin tener problemas de visión, sino por ir en piloto automático. Además, pone sobre la mesa lo que significa ser de verdad una sociedad que atiende a la diversidad. Y esto va mucho más allá de etiquetar en braille. De nada les vale que los semáforos tengan señal auditiva si luego aparcamos el coche en medio del paso de cebra. Poco les ayuda tener un bastón para evitar los obstáculos si los estorbos que encuentran en el camino son cacas de perro que se llevan consigo el resto del trayecto. Como les decía al principio, es una cuestión de sentido común. De verdad que les recomiendo la serie, pues tiene todos los elementos precisos para que quieran verse la temporada de una sentada: una estética cuidada, trasfondo e inteligencia. «Mucho que ver» te invita a ser mejor persona y, sobre todo, más consciente. Y hace falta bondad y juicio en estos tiempos que corren. n
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