Opinión | Análisis
¿Universidades nacionales o universidades extranjeras?

Imagen de archivo del Campus de Guajara de la ULL / El Día
Según el Ranking Académico de Universidades del Mundo de Shanghái, (ARWU), entre las 1.000 primeras universidades del mundo se encuentran 36 españolas; hay que subir hasta la franja de 200-300 para encontrar la primera y hasta la 500-600 para encontrar a La Laguna (la décimo cuarta de España). Recientemente María Jesús Montero, se encabritó chabacana y antes de denunciar a las universidades privadas, antepuso el testimonio ex cátedra, urbi te orbi de cualquier “chica joven” (nuevo sujeto de Derecho) al principio in dubio pro reo, (muy tocado por Zapatero), un mínimo civilizatorio, que bien invocan cuando se trata de la familia del doctor Sánchez y edecanes, encastillados en la Moncloa. Pero es que al poco, Jone Belarra, tras la ofensiva de Trump, propuso la nacionalización de los intereses económicos norteamericanos en España y su expulsión de Rota. (¿Manu militari? Pues según). Estas intervenciones son pre-políticas porque remiten previas a la cultura general y capacidad de comprensión. Como dijo Elvira Roca Barea, el analfabetismo ha existido siempre, pero nunca hasta ahora que salga de la universidad. ¡Cómo llegan de secundaria! malheridos incluso en la ortografía. Montoro y Belarra son exponentes muy representativos de la izquierda populista, con sus estándares de preparación, comprensiones sencillas y mínimos de cultura general.
A cuenta de los aranceles de Trump ha tomado impulso la realidad determinante de la globalización en todos los órdenes, aunque eso no afecte en nada a la disputa teológica: universidad pública, antiguo canon católico; universidad privada, la herejía. Lo público como concepto (enseñanza, sanidad) es absoluto, su gestión, eficiencia, competitividad forma parte de la execrable, por conducta pecaminosa, “cultura del esfuerzo”, y tanto, que denuncia con toda razón la tan poca esforzada izquierda: Montero, Belarra y medio hemiciclo con CV muy desnutridos e intervenciones semánticamente de párvulos. A lo que cualquier análisis sociológico e histórico otorgaría evidencia científica, como gran signo de la égida de progreso. Shanghái todos los años nos recuerda esa globalización minuciosa y sustancial, que constituye el gran referente de las universidades y en la que la distinción público- privado no se contempla, porque grandes universidades internacionales son privadas. Y debe ser por algo. A pesar de ello no ha merecido la atención de nadie, en el juego de sustracciones en torno a la pureza diamantina de lo público (sólo concepto refulgente y solar) frente a la corrupción de lo privado: lucro, negocio, compraventa, y pancarta, canturrean. Conforme a la vieja pureza moral de la España eterna. Nos hemos podido enterar de que toda la formación académica del presidente de progreso y doctor ha sido en la privada, aunque no en Harvard, ni en Stanford ni en Yale (privadas).
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