Opinión | Canarismos
Trabajar como un petudo

Trabajar como un petudo / El Día
Un petudo en el español de Canarias es la persona que presenta una corvadura anómala de la columna vertebral y el consiguiente abultamiento de la espalda. Es sinónimo de jorobado o corcovado. Etimológicamente este canarismo («petudo») deriva de la voz «peta» y este a su vez, probablemente derive del portuguesismo «peito» (del latín pectum, y que se refiere a la parte anterior del tronco, entre el pescuezo y el abdomen) y del sufijo «udo» (por influencia del portugués «peitudo»: ‘que tiene el peito grande o fuerte’).
La expresión «trabajar como un petudo» viene a referirse a cuando alguien trabaja duramente y sin descanso. La imagen del jorobado posee una carga simbólica que nos lleva a pensar en el esfuerzo de quien arrastra un pesado lastre. Esta simbología del petudo podría estar asociada —sugieren algunos— con quien psicosomáticamente manifiesta esta dolencia a causa de «no asumir la humildad necesaria». Nótese que el verbo «humillar», del latín humiliare, deriva de humilitas, «humildad»; de hecho «humillar» significa inclinar o doblar el cuerpo en señal de acatamiento. De ahí que el petudo a fuerza de sometimiento al trabajo duro y constante, de humillarse, termine por crear una peta (giba) («echar joroba», «jorobarse», esto es, fastidiarse y aguantarse) que a modo de estigma lo margina como ser deforme que trata de ocultar las malformaciones. El resultado es el rechazo a nivel subliminal de las relaciones sociales con su dedicación al trabajo de manera denodada.
La misma expresión se suele emplear también, dependiendo del contexto, con el verbo «estudiar» (en lugar de trabajar) «estudiar como un petudo» para querer decir que alguien se entrega al estudio de manera exagerada: «Sacó su carrera en cinco años, pero eso sí, estudió como un petudo», lo que transmite la imagen del sujeto «encorvado» sobre una mesa que sale adelante echándole horas y apretando los codos (la expresión «apretar los codos» está asociada igualmente a la idea de esfuerzo y tensión en esta actividad intelectual).
La imagen del petudo goza por otra parte de cierta popularidad. Es creencia muy extendida que tocar la chepa de un corcovado trae buena suerte. La aplicación más común de esta convicción es restregarle por la peta un billete de lotería que se vaya a jugar porque según esta superstición el décimo quedaría bendecido por la diosa fortuna, como si la desgracia ajena pudiera alimentar la buena suerte del prójimo. No conocemos con certeza el origen de esta superstición, pero lo que sí parece es que se trata de una excepción a la imagen negativa con la que se relaciona la joroba en la fraseología popular. Piénsese en este sentido en la expresión «el camello no se ve la corcova» que viene a aseverar que siempre resulta más fácil advertir y criticar los defectos ajenos que los propios. Afín a esta es el dicho que advierte: «A camello regalado no se le mira la joroba» que expresa que aquello que no nos cuesta puede aceptarse sin poner reparo alguno aun cuando tenga algún defecto o tacha. Nótese que en ambos decires la joroba o giba del camello se asocia a un aspecto negativo, a un «defecto» o merma. Y es que, a veces, «hay que jorobarse».
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