Opinión | Risas y fiestas
Tu lore

Tu lore / El Día
¿Cuál es tu lore? El lore es el universo de historias, personajes, ideas, ambientes, detalles… que rodea cualquier cosa. Aunque este término ha sido un poco absorbido por el mundo de los videojuegos, podemos aplicarle la idea a todo: cuando nos juntamos con un grupo de amigas que no es el nuestro, por ejemplo, y se pierden en referencias a momentos significativos en los que tú no estuviste o a lugares que tú no visitaste con ellas, estamos contemplando un lore que no conocemos. Como si cada grupo de amigas fuera un universo de ficción propio compuesto por sus propios elementos que se juntan a su manera propia y pueden desmenuzarse en un fondo propio, en una paleta de colores propia.
Me fascina esta idea de lo que compone nuestro universo. Parcelitas del mundo habitadas por nosotras y oliendo a nosotras o el mundo construido por cada una desde lo que cada una va apropiándose. Una canción que te removió durante una época de tu vida forma parte de tu lore. Una expresión que soltaba siempre tu abuela y te fascinaba. La forma de unas montañas que te dibujaron el contorno del horizonte todos los días a todas horas si se te ocurría mirar por la ventana y la marquita de compás que alguien, ¿quién?, hizo en el marco de la ventana de tu clase de primero de la ESO y tú pasándole la uña por encima mientras te aburrías en Lengua totalmente. Crepúsculo. Cualquier cosa que sea tuya. Tuya en el sentido de llevarla colgando. Dentro metida. Lo que ves, oyes y saboreas cuando no estás pensando en nada. Lo que te viene corriendo en cuanto te despistas y te hace sentirte tú. Tu paisaje interior. Tu cacho del mundo y sus pósters.
Es muy acogedor refugiarte en el lore de algo que forma parte de tu lore. Es decir, descansar de pronto en un vídeo que te cuenta todos los detalles pequeños, ambientales y nada obvios de, por volver al ejemplo de antes, Crepúsculo. O Dos amigas de Elena Ferrante. O Panza de burro. Es como poder contemplar de pronto lo que sabes que puede contemplarse pero te dicen que no, como si no estuviera bien tomarse así de en serio un universo en el que se puede entrar y salir. También es muy acogedor, por supuesto, refugiarte en el lore de alguien a quien quieres o a quien has querido. Salir de repente de ti misma. Pasito a pasito, con cuidado. Y entrar por una puerta minúscula que te permite colarte en una cabeza ajena y comprobar cómo de fríos están todos esos pósters, entender cómo suenan esos pensamientos, cuál es el tono de la luz que los alumbra, a qué huele esa existencia y cómo se siente estar ahí. Es una fantasía, supongo, para muchas. Poder, de pronto, experimentar cómo experimenta otra la vida.
Es una fantasía y parece irrealizable. Pero yo creo que sí se puede. Con generosidad, se puede. Generosidad de que la otra comprenda su propio lore y te permita trazar también a ti esa cartografía íntima. No es lo mismo ver con una amiga una peli cualquiera que ver, tapada con su manta preferida, una película que, te cuenta tu amiga, ha visto más de diez veces porque le hace sentir algo muy suyo. No es lo mismo ver un anime que te da por ahí por ver que descubrir que tu amiga tiene una chapita de Nana y por qué será y le preguntas y te explica y después lo ves tú sola en tu casa pero mecida por el calor de dentro de ese cuerpo. Conocer a alguien, supongo, puede llevar esto consigo: que te abran la puerta a otro sistema referencial que debes tratar con cuidado porque hay pocas intimidades más grandes que la de lo que se ha convertido en propio sin que nos demos cuenta ni nada, ¿quién le iba a decir a ella que Nana iba a ser un brazo suyo?
Generosidad, decía. Y sí. Cuesta mucho ir por la vida con tus obsesiones por delante. Porque cuesta mucho tomarse las obsesiones en serio. Nos enseñan a ser frías con nosotras mismas, a apasionarnos en privado, a enseñar solo los apasionamientos que se van a aceptar o van a ser compartidos. Y, de verdad, cada cuerpo es su propia movida. A cada cuerpo se le pegan unas cosas que otros cuerpos no habrán podido ni ver. Cada cuerpo ha coleccionado sus propias piedritas sacadas de su propia arena. Lo mejor que podemos hacer es perseguir nuestras obsesiones hasta dignificarlas tanto que, sí, esta soy yo, y sí, esta es una parcela válida del mundo, y sí, tengo derecho a explicar las cuestiones desde mi mirada, y sí, ser persona es algo diverso y la generosidad también está en abrirse a la diversidad de la humanidad de la otra. Sí, explícame cómo es ser tú y hazme el mundo más grande, porfi.
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