Opinión | Retiro lo escrito

Felicidades

Ataúdes inspirados en la película 'Barbie'

Ataúdes inspirados en la película 'Barbie'

Debe ser significativo soñar en la víspera de un cumpleaños con que has muerto. Muy probablemente han influido todos los fallecidos de los últimos meses. A partir de cierta edad llega un momento en que parece que se ha desatado una epidemia mortal a tu alrededor y la está diñando todo el mundo por las razones más incomprensibles. Y no. Lo que te ocurre es que estás envejeciendo, que te quedan dos telediarios y un premio a Silvia Intxaurrondo para convertirte en un anciano, y en el terreno de combate que siempre ha sido la vida abundan más y más las minas enterradas. Sigues caminando mientras escuchas las explosiones cada vez más cerca, cada vez más frecuentes y dolorosas, y vas entendiendo, con la torpeza de un lerdo irremediable, lo que escuchaste hace muchos años: que para cuando me vaya no habrá amanecido ni para el amor ni para el olvido. Retumban las bombas y oyes los gritos, los suspiros, los silencios súbitos de familiares, amigos, compañeros, escritores, músicos, actores que saltan por los aires y luego caen como polvo reseco en la memoria. Un día pisarás tu mina con la seguridad de un sonámbulo y lo mejor que puede pasarte es que no llegues a oír cómo explota.

Yo estaba en un habitáculo blanco, dentro de un ataúd blanco, blanqueándome del todo. Escuchaba débilmente voces apenadas frente a mí, voces que me tranquilizaban como una suave caricia, pero repentinamente puede escuchar alto y claro y hasta pude ver otras visitas, porque en la blanca habitación había entrado Fernando Clavijo con Barragán y Alfonso Cabello.

–Pobre pibe. En la flor del higo pico. ¿Y de qué murió?

–Creo que se mordió la lengua –murmuró Barragán-.

–Ja, ja, ja, ja –soltó Cabello.

–No tiene puñetera gracia –le interrumpió Clavijo.

–Lo siento. Lo siento. Lo siento. Mira jefe, me meto los dedos en los ojos, lo ves, pa poder llorar. Aaaagh. Lo siento. Voy a encargar una corona.

–De acuerdo.

–¿La quieres de oro o de plata de ley? Te quedará igual de bien.

–Después se acercaron Chano Franquis, Nira Fierrro y Manuel Hernández Cerezo casi de puntillas.

Puest pagasesca dabar: psrebopleos muerto.

–No me fío Chano– Fierro me escrutaba fríamente –. Manolo, procede.

Hernández Cerezo se sacó una larga aguja del bolsillo, se acercó al ataúd y me la clavó varias veces en la cara. Me pareció que con un poco de saña, la verdad. Limpió la sangre con una PNL socialista que instaba al Gobierno de Canarias a prohibir las agujas de más de tres centímetros.

–Está tieso –diagnosticó.

–Pues vámonos que tengo que hacer un Tik Tok dentro de diez minutos y estoy agobiada. Nos jugamos la legislatura.

Pasaron muchos. Casimiro Curbelo aireado. Luis Campos lamentando que ya no tendría crónica para distraerse cuando discurseara Esther González. Raúl Acosta con una caja de quesadillas. Luego el silencio. Y finalmente me encontraba en una playa desierta. Susurraba la marea. El agua me cubría lentamente. Era un abrazo pero aún en ese momento final yo sabía que me marchaba sin que hubiera amanecido ni para el amor ni para el olvido. n

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