Opinión

Salud mental y primavera

La astenia primaveral es un trastorno pasajero de carácter leve

La astenia primaveral es un trastorno pasajero de carácter leve / Pexels

Ya lo dice el refrán: «la primavera la sangre altera», pero no siempre en sentido positivo.

Se acerca la entrada a la primavera. Época de cambios. Llega el final del invierno, cambio de horario, los días son más largos, más horas de luz, las temperaturas se hacen más cálidas, y no todo el mundo vive su entrada de la misma manera. Mientras a unas personas les supone una etapa vital y enérgica en la que el humor y optimismo se ven influenciados positivamente aprovechando estos cambios, para potenciar sus relaciones y actividades sociales, otras tienen que hacer frente a una serie de desequilibrios emocionales provocados por el cambio de esta estación. Aparecen sensaciones de cansancio, tristeza sin motivo aparente, disminución del deseo sexual, irritabilidad, problemas a la hora de conciliar el sueño, dolor de cabeza, desmotivación, falta de apetito, falta de concentración, lo que dificulta el día a día sintiendo debilidad mental y física. Esto se debe a que el aumento de luz natural da lugar a cambios químicos, segregando mayor cantidad de serotonina (sustancia estabilizadora del estado de ánimo), e inhibiendo melatonina (hormonas que controlan los ritmos del sueño). Por lo tanto, cuando hablamos de «astenia primaveral» no estamos hablando de un trastorno de estado de ánimo, sino de un periodo de readaptación de nuestro organismo que, hasta que no se produce, da lugar a sensaciones de decaimiento físico e intelectual de manera transitoria.

Psicopíldoras:

1- Lo primero que debes saber es que la «astenia primaveral» es una sensación, no una enfermedad. Tras el invierno, nuestro cuerpo debe adaptarse a las nuevas condiciones de luz, humedad y temperatura. Un proceso que suele tardar, de media, dos o tres semanas. Nuestro cuerpo necesita un periodo de adaptación a los nuevos horarios y al aumento de horas de luz solar y mientras no se produce, nos sentimos más cansados. En caso de que pasadas tres semanas continúen los síntomas es recomendable acudir a un especialista ya que, al ser transitoria, sí pueden afectar a personas que sufren estados depresivos o de ansiedad produciendo recaídas.

2- Adapta la alimentación al cambio de estación. Durante el invierno llevamos una dieta más hipercalórica para sobrellevar mejor las temperaturas frías. Ahora, los días son más largos y necesitamos más energía por lo que son aconsejables aquellos alimentos que nos la aportan, como son el plátano o los frutos secos.

3- Practica la actividad física. Ayudarás al organismo a liberar endorfinas por lo que disminuirá el estrés y aumentarán las sensaciones positivas. Aprovecha el buen tiempo para animarte a hacer deporte, o cualquier actividad con la que disfrutes.

4- Al emplear más energía debemos aumentar las horas de descanso para que nuestro organismo se adapte cuanto antes a los cambios. Practicar técnicas de relajación, como la respiración diafragmática por la noche, sirve de ayuda a la hora de conciliar el sueño.

5- Mantén horarios fijos de descanso y comidas para facilitar al organismo que recupere su ritmo habitual.

Dale la bienvenida a la primavera y no te alarmes. Recuerda que dependiendo de cómo interpretes lo que pasa a tu alrededor, o en ti, tus emociones se calmarán, o se magnificarán. Eso es lo bueno de saber identificar lo que te sucede. Cuestión de tres semanas a lo sumo para que tu cuerpo se adapte. n

Tamaradelarosapsicologa.com

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