Opinión | Observatorio
Salvador Macip
Preguntas y respuestas

Una sanitaria realiza una prueba de detección del SARS-CoV-2. / EFE
Estos días se han cumplido cinco años desde que se declaró la pandemia de covid-19, después que el SARS-CoV2 empezara a circular. El recuento oficial de muertos ha superado los siete millones, pero la OMS estima que la cifra estaría entre 15 y 20 millones, cosa que la pondría en el top 5 de pandemias históricas, junto a la gripe de 1918 y la peste negra. Y esto sin tener en cuenta las muertes secundarias. Por ejemplo, hubo un descenso del 25% de los diagnósticos de cáncer y de casi un 30% de los tratamientos. Por no hablar de los costes sociales, psicológicos y económicos, más difíciles de cuantificar.
¿Qué hemos aprendido en estos años? La ciencia es lenta porque necesita datos para llegar a conclusiones, y para recopilar datos de calidad hace falta tiempo. Por eso, ahora empezamos a tener más cosas claras, a pesar de que otras continúan investigándose. Una pregunta para la cual no hay una respuesta concluyente es cómo llegó el SARS-CoV2 a los humanos. Es posible que no lo sepamos nunca, en parte por el poco interés de las autoridades chinas en colaborar y por la fuerte carga política que arrastra el tema. Sí que es innegable que no fue modificado en un laboratorio: se ha visto que es una variación de los coronavirus que circulaban en murciélagos, criaturas que suelen ser grandes incubadoras de virus porque son muy resistentes. La naturaleza es bastante buena a la hora de producir microbios muy infecciosos, no necesita que la ayudemos.
El siguiente paso no está tan claro. Parece que habría saltado de los murciélagos a los perros mapaches (no a los pangolines, como se creía al principio, a pesar de que hay otros posibles culpables), unos animales que se vendían en el mercado de Wuhan. Análisis recientes han confirmado que estaban infectados por el SARS-CoV2, y todo parece indicar que de aquí habrían pasado a los humanos. La teoría del virus escapado del laboratorio no se puede descartar del todo (no sería la primera vez que pasa), pero cada vez se tienen más pruebas en contra. La última, un análisis de todos los coronavirus guardados en Wuhan, ninguno de los cuales es pariente próximo del SARS-CoV2.
Vacunas
Una cosa que se discutió con vehemencia fue si las escuelas jugaban un papel importante o no en la cadena de transmisión. Enviar a las criaturas a casa causaba muchos problemas, por lo tanto había un interés especial en encontrar razones para mantenerlas abiertas. Un análisis del impacto del cierre de las escuelas en 74 países ha llegado a la conclusión que, en un 97% de los casos, redujeron la ocupación de los hospitales, a pesar de que los efectos son variables de un lugar a otro. Esto hace que, de cara al futuro, las recomendaciones genéricas sean difíciles y haya que tener presente cada caso por separado.
Más complicado es entender de dónde sale el covid persistente, un cajón de sastre de síntomas de diversa gravedad y duración, que podría estar relacionado con una respuesta autoinmune y con la capacidad del SARS-CoV2 de quedarse escondido en el cuerpo durante años. Cómo curarlo es uno de los principales retos que nos quedan.
Por otro lado, han hecho falta cuatro años y medio para desacreditar el estudio que decía que la cloroquina era un buen tratamiento, y que enseguida se vio que tenía problemas importantes, por haberse hecho deprisa y corriendo. A finales de 2024, finalmente se retiró, pero el daño estaba hecho: perdimos el tiempo en un momento crítico. Habrá que ser más rigurosos en el futuro.
Ahora podemos decir que las vacunas funcionaron muy bien. Nos permitieron volver a la vida normal y se calcula que han salvado 1,5 millones de vidas. Se puso énfasis al principio en la cantidad de anticuerpos que generaban contra el virus, pero después se ha visto que una parte de las defensas son los linfocitos T, que no se solían medir porque es más complicado, y que protegen incluso cuando el nivel de anticuerpos ha bajado.
El covid-19 se ha incorporado a la lista de enfermedades habituales y continuará dando picos de manera imprevisible, puesto que no sigue un patrón estacional. Seguirá causando muertos, sobre todo en gente mayor y frágil, por eso es importante que esta población se vacune frecuentemente. La pregunta importante es si estamos preparados para la próxima pandemia. Yo diría que no del todo. Esperemos que tarde mucho en llegar. n
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