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Censura en Granadilla

Moción de censura en Granadilla

Moción de censura en Granadilla

No soy partidario de las mociones de censura que se basan en el quítate tú para ponerme yo. Las últimas que hemos visto prosperar en Tenerife responden básicamente a ese principio, aunque se camuflen en el supuesto daño objetivo que los que gobiernan causan al municipio, a los ciudadanos, a la capa de ozono o a la música coral. Los argumentos de los partidos se sostienen en un sistema de interpretación tóxico y ponzoñoso, que asegura que el de enfrente, el competidor, el adversario, es siempre el enemigo, y no merece gobernar por el mero hecho de serlo. Habría que recuperar la pedagogía conciliadora y consensual de la Transición, esa etapa denostada por los constructores de la nueva política, para entender que en democracia tiene derecho a gobernar durante cuatro años ininterrumpidos cualquiera que se presente a unas elecciones y las gane, o sea capaz de articular una mayoría suficiente para sostenerse. Con algunas excepciones, creo: hay ocasiones en que la mayoría se construye sobre el engaño, sobre la traición a los electores o atendiendo a intereses estrictamente personales, que no responden al mandato electoral. Aún así, el uso arbitrario del mecanismo de censura para darle la vuelta a la tortilla puede no estar justificado.

La censura de Granadilla no responde a un abuso de poder de la mayoría gobernante, a una manifiesta incompetencia de quien gestiona la cosa pública o al rechazo o la animadversión de los ciudadanos ante la política de sus gobernantes. En realidad, responde a la recomposición parcial de la mayoría real de derechas, después de unos años de conflicto y animadversiones en el seno del PP granadillero.

En las elecciones municipales de mayo de 2023, el PSOE logró once concejales, diez Coalición Canaria, dos el PP y dos Vox. Fue una clara mayoría de fuerzas de derecha y centroderecha, que debería haber provocado un Gobierno de Coalición y el PP, quizá sin la participación activa de Vox. Pero los dos concejales del PP optaron por apoyar al PSOE. ¿Por qué lo hicieron? Básicamente porque algunos meses antes de las elecciones, el PP se había fraccionado y dos de sus concejales habían acabado aterrizando en Coalición Canaria, convirtiéndose más tarde en concejales nacionalistas. Cuando llegó el momento de apoyar a José Domingo Regalado, contraviniendo la instrucción de voto en cascada de las direcciones insular y regional, los dos concejales del PP se negaron y apoyaron un acuerdo con el PSOE, finalmente respaldado por una mayoría absoluta en 13 concejales. A los concejales indisciplinados –compensados con cargos y regalías municipales– el PP les abrió expediente, aunque nunca llegó a emitir una sentencia de expulsión, porque la dirección intentó mediar para revertir el acuerdo.

Las negociaciones para cerrar un gobierno de las fuerzas de derecha han durado año y medio, e implicaron concesiones tan peregrinas como la renuncia de los dos concejales de Coalición que antes fueron del PP, una vez se materialice la censura. Por el camino, la concejal pepera Bianca Cerdán se descolgó del PP y mantuvo su lealtad personal a la alcaldesa socialista Jennifer Miranda. El otro concejal del PP, Marcos Martínez, ha vivido sin vivir en él, cambiando de criterio, hasta que en la tarde del martes, después de anunciar que no estaba para líos y entregaba su acta, el PP intervino de nuevo y el concejal aceptó disciplinadamente las instrucciones de su partido. Ayer estampó su firma en la censura, y votará el día 26 contra la alcaldesa a la que puso en la alcaldía hace poco menos de dos años. Regalado volverá muy probablemente a ser alcalde de Granadilla, y Miranda, joven promesa y figura ascendente del socialismo tinerfeño, pasará a la oposición.

La historia recuerda mucho la de la censura contra Patricia Hernández en Santa Cruz de Tenerife, que –también- logró en su día desplazar de la alcaldía a José Bermúdez. En aquella ocasión fueron dos concejales de Ciudadanos los que convirtieron en alcaldesa a Patricia, en contra también del criterio de su partido. Un año y medio después, uno de ellos –Juan Manuel Lazcano- se arrepintió y renunció a su puesto, que fue ocupado por Evelin Alonso, comprometida con Bermúdez. La otra, la concejal Zambudio, acabó incorporándose a la lista de Patricia en 2023, que no logró volver al Gobierno.

En Granadilla, la censura requiere para prosperar el voto de los dos concejales de Vox. Eso ha provocado un oportuno debate sobre la incorporación de Vox a las mayorías de derechas. Después de años de gobiernos de todas clases sostenidos por la ultraizquierda, el mundo azbertzale o el independentismo catalán, y blanqueados como un ejercicio democrático, resulta difícil sostener que sólo la derecha debe respetar las líneas rojas y cordones sanitarios. Por desgracia, la prevención a compartir mesa y mantel con el radicalismo ha saltado ya por los aires.

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