Opinión | Sol y sombra

¿Me meto o no me meto?

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. / WIN MCNAMEE / POOL / EFE

En este giro lamentable de la Historia que está a punto de producirse, el nuevo líder del mundo hasta ahora llamado libre es un matón dispuesto a entenderse con los matones de siempre, que amenazan las libertades, con el fin de repartirse todos ellos el botín. Europa vive ensimismada en una gestualidad impotente, igual que antes lo estuvo en otros momentos difíciles, la diferencia ahora es que del trumpismo solo puede esperar que los americanos intervengan como lo hizo el tipo aquel del ¿me meto o no me meto? del viejo chiste de Gila, que acabó involucrándose en la paliza que le estaban propinando al pobre infeliz en la calle para ayudar a sus diez agresores a propinarle aún más golpes de los que ya estaba recibiendo.

Los modales quedaron suficientemente reflejados en el triste espectáculo intimidatorio del Despacho Oval. Para Trump el poder no existe en términos de estabilidad y de equilibrio, solo ve en él oportunidad de negocio: la reconstrucción de un tendero condicionada a unos beneficios pingües para él y la patulea de multimillonarios que le rodea. Aprovecharse esquilmando un territorio soberano ofrecido en bandeja, como en el caso de Ucrania, a los invasores, sin que le importe lo que Putin tiene pensado hacer en él o con los vecinos. Arrumbado el Pacto Atlántico, le da igual lo que ocurra. Ha pasado del «América primero» al «Rusia después». No sabe distinguir entre regímenes autoritarios y democracias liberales, igual que los indeseables y necios que le siguen. Todo eso pertenece a un viejo orden internacional que se la suda. Zelenski, sin otra salida, ha tenido que ofrecer disculpas por sentirse apaleado.

Tracking Pixel Contents