Opinión | Ucrania

emma riverola

Bienvenidos agresores

Zelenski: Kiev no aceptará negociaciones bilaterales de sus socios con Rusia sobre Ucrania

Zelenski: Kiev no aceptará negociaciones bilaterales de sus socios con Rusia sobre Ucrania

Ahí estaba, el gran y temido jurado. Despectivos, sarcásticos, bravucones… Ya nos hemos acostumbrado a especímenes así. Esos que parecen disfrutar de los temblores o la nerviosa rebeldía del concursante de turno. Esos que, en aras de una supuesta sinceridad, desprecian las mínimas formas de educación, imprescindible para una convivencia civilizada. Esos que actúan más para brillar ante el público que para cumplir su función. Los hemos visto como jueces de concursos culinarios o artísticos. Es la primera vez en la historia que los contemplamos dirimiendo el destino de un conflicto bélico. En el Despacho Oval, 200.000 ucranios muertos asistían a la traición. A través de las pantallas, un país devastado veía burlado su sacrificio. Su supervivencia en manos de un desalmado.

En vivo y en directo, Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, anunciaron por televisión la caducidad del presidente ucraniano: ya no sirve, ya no nos sirve. Ante nuestros ojos, en prime time, el spot del desmoronamiento de un mundo. No es un viraje conservador, no es eso, es el fin de una ética (o la voluntad de acabar con ella).

Atención: la misma que defiende la Unión Europea. Es la política que da la espalda a los derechos humanos, que desprecia a la víctima hasta el límite de culparla de la agresión, es la unión de la fuerza, la crueldad y la injusticia, la política como pura y dura transacción económica. Nada de ello es nuevo en el ejercicio del poder, otra cosa es la ostentación sin escrúpulos desde una democracia.

Es difícil calificar lo que ocurrió el pasado viernes, pero es muy posible que esa emboscada estadounidense pase a los libros de historia. El día en que Trump se puso del lado del invasor y dio la espalda al aliado. Entre dictadura y democracia, eligió su bando. Y fue el de Putin. ¡Adelante agresores del mundo! EEUU os saluda con una pancarta de bienvenida.

Escuchar la exigencia de agradecimiento a Zelenski por parte de Trump y Vance era algo parecido a asistir a las amenazas de unos matones de instituto, a la degradación de unas novatadas pasadas de vueltas. En cualquier momento, parecían a punto de exigir que les lamiera los zapatos. Un espectáculo insoportable. Una ignominia. Y, también, un aviso a navegantes. Nadie, absolutamente nadie, sea ciudadano o país, está a salvo junto a Trump.

En ese nuevo orden (in)moral cualquiera puede ser el próximo Zelenski. Tan pronto como deje de ser interesante.

Cuando Trump espetó al presidente ucraniano que estaba «jugando con la tercera guerra mundial» también amenazaba a la UE. Conmigo o contra mí. La tentación de repartirse el mundo. Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta. ¿Y Churchill? Lo peor es que sabemos que serán muchos los que se pondrán al lado de Trump. Por temor o por admiración. Las víctimas de hoy serán los culpables de mañana. Ucrania, sí, pero ¿por qué no Polonia, Estonia o Lituania? También la masa de trabajadores que le auparon a la presidencia esperando un futuro mejor serán traicionados. Ya cumplieron su papel. Su voto, los grilletes del mundo.

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