Opinión | La cantina ilegal

La mesa del Carnaval

Lo ideal sería formar algo así como una mesa de opiniones basadas en la experiencia

Un momento de la gala de Reina.

Un momento de la gala de Reina. / Arturo Jiménez

Anoche, terminada la Gala, había tanta gente en mi cantina como en la Plaza Candelaria en el carnaval de día. Menos mal que apareció por aquí mi amigo Luciano Delgado, puntal donde los haya, y me ayudó a servir platos de garbanzas y cuartas de vino, a la velocidad del sonido.

Y mientras corríamos de una esquina a otra, me comentaba que, lo mejor para dar esa vuelta de tuerca que nuestra fiesta necesita, sería ideal captar ideas de los propios participantes, de los que han mamado carnaval desde la cuna; no con esas reuniones que se hacen cada año en Fiestas y en las que cuesta una barbaridad llegar a un acuerdo, no en vano, al votar decisiones importantes, opinan hasta los grupos que no logran salir. Como dice Luciano, esto no es serio.

Lo ideal sería formar algo así como una mesa de opiniones basadas en la experiencia; un murguero de cuna, un comparsero con décadas de experiencia, un director con unas cuantas galas a su espalda, un rondallero que conozca hasta los sótanos del auditorio, un referente de las agrupaciones de los que conocen hasta los metros del recinto, un ex concejal, un ex gerente... y así, hasta formar un elenco de personalidades para los que nuestro carnaval es mucho más que una fiesta.

Celebrar junto con la organización, reuniones, tormentas de ideas que muchas serán inviables, otras provocarán dudas y otras, se podrán llevar a cabo, y engrandecerán un carnaval que es dinámico, participativo y que presumirá de nuevas iniciativas nacidas de una indiscutiblemente avalada mesa del carnaval.

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