Opinión | A babor
La estafa de la deuda
La distribución es muy injusta, Canarias –como siempre– se queda en la cola cuando se calcula lo que toca por habitante y encima salen Torres y una señora indocumentada a reírse de todos nosotros diciendo que nos quitan la mitad de la deuda.

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. / Eduardo Parra - Europa Press
La ministra de Hacienda propondrá hoy al Consejo de Política Fiscal y Financiera una quita de deuda a las regiones por más de 83.000 millones de euros. El lunes, la ministra envió un folio y medio a sus colegas en las comunidades autónomas, explicando un reparto que apesta, y cuyo único objetivo real es cumplir con el acuerdo suscrito por el PSOE con Esquerra, para evitar que afloje en su apoyo parlamentario. La cantidad total que se va a condonar (ya veremos luego en que consiste esta condonación) supone caso un quinto de la deuda autonómica, pero el porcentaje per cápita favorece escandalosamente a Cataluña o Andalucía, las dos regiones más pobladas de España. ¿Pero Andalucía no es del PP? Sí, hoy es del PP, pero fue una región tradicionalmente socialista, que Sánchez pretende reconquistar sea como sea. La candidata socialista para echar a Juanma Moreno de la Junta es precisamente la ministra de Hacienda . Aquí todo queda en casa.
La distribución de la quita por regiones se ha decidido sin considerar a qué obedece la deuda, o si es con los mecanismos de financiación extraordinarios del Estado, con los bancos o con los chinos. El compromiso con los indepes catalanes pasa por condonar 17.000 millones a unas de las regiones más endeudas del país, en una proporción que coloca a Cataluña –empatada con otras cuatro regiones– como una de las cinco cuya deuda por habitante se reducirá muy por encima del resto. La primera pregunta debería ser: ¿Por qué Cataluña, una de las regiones más prósperas del país tiene una deuda tan grande con el Estado opresor y colonial español? Básicamente porque durante años se ha gastado los cuartos en juergas y saraos: embajadas en el exterior, promoción de empresas del régimen del tres por ciento, un gasto desproporcionado en cultura identitaria, pasta por un tubo –catódico– a la tele catalana y sus canales, subvenciones destinadas a fomentar la inmersión lingüística y otras yerbas aromáticas.
Ahora el Gobierno va a hacerse cargo de la quinta parte de esa deuda. Pero mucho ojo: no es que la deuda desaparezca, es que pasa a ser asumida por el Estado, es decir, por todos los contribuyentes. Antes la pagaban los catalanes en exclusiva, y ahora la pagamos todos. Por eso, cuando se planteó el asunto, hasta las autonomías socialistas pusieron el grito en el cielo. Y fue entonces cuando Sánchez se inventó lo del café para todos, aunque aquí algunos van a llenarse la taza, y a otros nos va a quedar para menos que un cortado corto.
Pero el fraude no está sólo en la distribución. La distribución es muy injusta, Canarias –como siempre– se queda en la cola cuando se calcula lo que toca por habitante y encima salen Torres y una señora indocumentada a reírse de todos nosotros diciendo que nos quitan la mitad de la deuda. Claro que nos quitan la mitad, porque Canarias no se gastó los cuartos en saraos y vacilones, se apretó el cinturón y nos lo apretó a todos, y por eso nuestra deuda es ridícula en comparación con la media del resto de las regiones. El Gobierno penaliza a quienes cumplen sus obligaciones fiscales, y Nira Fierro nos conmina a aplaudir como monos de feria. Pero siendo todo eso muy grave, lo realmente más grave es que nos engañan como a idiotas: primero se le perdonarán los 17.000 kilos a Cataluña, es decir, se pasará la deuda que pagan solo los catalanes a deuda de todos los ciudadanos, del Estado. Y luego, cuando Sánchez firme el concierto fiscal que Puigdemont le exige –el cupo–, y Cataluña quede fiscalmente fuera de España –como ya están País Vasco y Navarra–, entonces los catalanes no tendrán que pagar ni por su deuda ni por la de nadie.
En el resto de las regiones del régimen general, la condonación habrá sido un ejercicio de rufianesco trilerismo para pasar el endeudamiento de las regiones al Estado. En vez de pagar como canarios, pagaremos como españoles. Pero en relación con Cataluña, no es que se cambie de vaso el garbanzo. Es que el garbanzo –un garbanzo de 17.000 kilos– se lo comen los más ricos y lo pagamos los más pobres. Será la mayor estafa a la que los ciudadanos de este país habrán sido sometidos en la historia del Estado autonómico. Y es inevitable que ocurra, porque mientras Sánchez gobierne va a seguir dándole a Cataluña lo que pida. Y el concierto fiscal es lo próximo que va a darles.
Lo peor es que eso lo sabe todo el mundo: que la única región a la que de verdad se perdona la deuda es al Principado. A las demás nos tocará pagar con los impuestos nuestros y de nuestros hijos y nietos. Pagaremos nuestra propia deuda como pobres que se apretaron el cinturón, y pagaremos también la de los Pujol, los Sarasola, los Illa, Guardiola, Adrià, Caballé, Cobi, Codorníu y Rufián. Y hasta entonces seguiremos discutiendo por el porcentaje que nos toca, porque estos listos siempre consiguen echar a la gente a pelear. Y mientras nos peleamos, nos roban.
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