Opinión | El recorte
Despídete de tu dinero

Moneda, billete, dinero, euros (foto de recurso) / EUROPA PRESS - Archivo
«Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir», dijo hace seis siglos Jorge Manrique. Si el poeta hubiese vivido hoy sabría que nuestras vidas, realmente, van a dar inexorablemente a los bancos.
La noticia es que la élite de los burócratas de lujo, que habitan en los cielos políticos de Bruselas, han decidido que los ciudadanos de la Unión Europea, desde el 2027, no podrán pagar en efectivo por encima de diez mil euros. Claro que eso a los españoles nos la refanfinfla porque el maravilloso gobierno de nuestro país ya nos impuso otro límite muy inferior: mil euros. Aunque sea el dinero que has ganado con tu trabajo, aunque te pertenezca y hayas pagado por él todos los impuestos que te han sacado por el camino… A pesar de todo eso, no puedes disponer de él libremente.
El camino hacia las democracias totalitarias empezó por la seguridad y ahora sigue por el bolsillo. El Gran Hermano quiere controlar todas las transacciones, para llevarse su parte. Y para acabar con la economía sumergida, aunque sea a costa de atentar contra la libertad de la emergida. Y esto no va de ideologías. Desde la derecha a la izquierda, todos los políticos están interesados en mantener el sistema del que viven y los salarios de una casta privilegiada.
Por eso nos van llevando como una dócil manada, poco a poco, al matadero. Quitándonos pequeños trozos de libertad con cada dentellada. Han sembrado las calles con cámaras que nos vigilan. Han convertido los puertos y aeropuertos en embudos de control que ahora quieren extender hasta las recepciones de los hoteles. Nos obligan a tener una cuenta bancaria donde poder embargar nuestro dinero. Nos exigen pagar con «dinero de plástico», o sea tarjetas de crédito o débito, para controlar cuáles son nuestras compras y dónde las hacemos. Y nos impiden viajar a otro país con más de diez mil euros en efectivo.
Ya anunció Jean Francoise Revel que la tentación totalitaria de las democracias liberales sería más fuerte que el respeto a la libertad. Tras los atentados del 11S los Estados Unidos aprobaron el «acta patriótica», una serie de normas que suspendía «temporalmente» los derechos ciudadanos. Parte de esas restricciones ha sobrevivido hasta hoy. Ahora, en la vieja Europa, el proyecto es establecer una identidad digital, crear un banco biométrico de todos los ciudadanos y, por supuesto, establecer un férreo control de sus actividades económicas.
Ya no estamos en la época de las dictaduras del proletariado o del espadón de turno. Nos hemos modernizado. El próximo gran atentado a las libertades será la desaparición del dinero en efectivo, impreso por los bancos centrales, que será sustituido por el dinero digital. Ya nos están acostumbrando a pagar con el teléfono y llegará un día en que nuestro sueldo será solo un apunte electrónico en nuestra cuenta bancaria.
Todo esto está ocurriendo delante de nuestros ojos y lo estamos permitiendo pasivamente, como mansas ovejitas. Aunque sepamos que el mundo que espera a nuestros hijos será una nueva especie de dictadura digital, controlada por tecnócratas, burócratas y algoritmos, encargados de cuidar la granja.
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