Opinión | La curiosa impertinente
De Carlos a Karla

La actriz Karla Sofía Gascón. / EFE
Como no solía ver Al salir de clase, en mi vida había oído hablar de Carlos Gascón, un chico guapo que cuando ya era Karla, con más honradez y gallardía que las ratas cobardes que pueblan Twitter, ahora X, o comentan en los periódicos tras su seudónimo cobardica a salvo de las posibles consecuencias de sus excrecencias, mensajes odiadores, exabruptos y ridiculeces, sin ocultarse en el anonimato publicaba lo que se le ocurría.
De temperamento locatis pero valiente, soltaba excrecencias propias de la ultraderecha más chimpún. Arrebatos horribles sobre los putos moros, el pobre hombre muerto a palos por la policía americana y la diversidad misma. En El Hormiguero me pareció extremadamente inquietante, sin mesura ni filtros, pero todo lo contrario a la derecha, y después vi Emilia Pérez. Muy entretenida, las actrices fascinan, sobre todo ella, y se trata de un producto de factura impecable, original y estético, aunque encontré el guion un disparate inverosímil de principio a fin y la evolución de la protagonista, de narco diabólico a santa protectora de sus anteriores víctimas, por el mero hecho de cambiarse de sexo, absolutamente absurda.
Antes de ser dilapidada por sus opiniones fue ensalzada entre toda la progresía patria y ajena, en un proceso similar en cierto aspecto al que representa en la película. Convertida en buena simplemente por pasar de hombre a mujer, el antiguo Carlos se colmaba de talento merecedor de admiración urbi et orbi , simplemente por pasar de hombre a mujer. Un actorcito de series, al que casi nadie conocía, en virtud de su transexualidad transmutaba en genia con las virtudes actorales de la mismísima Meryl Streep – para quien se las vea.
Mas lo peor de todo este episodio es que la misma que merecía el «Oscar» ayer hoy ya no es nadie; donde había talento, ahora hay maldad, y, condenada a cancelación extrema, todos la niegan mil veces. Si era buena actriz antes sigue siéndolo ahora y merece lo mismo el premio. No se lo darán porque la hipocresía es la reina del cotarro. En el cine y en la política. Menuda tropa.
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