El enemigo americano

Trump proyecta la imagen más fiel del matonismo en el mundo mientras declara la guerra comercial a Europa, supuestamente su aliado natural. No solamente no existe enemigo del que fiarse, sino que el margen de confianza hacia el «amigo americano» se difumina a pasos agigantados.

La ultraderecha europea pronto tendrá motivos para preguntarse si ha sido prudente para sus propios intereses la foto de familia que se han hecho sus líderes en Madrid, envalentonados por el éxito del trumpismo. Igual Abascal y sus socios de la internacional retrógrada se han apresurado más de la cuenta clamando por un frente común para hacer del Viejo Continente un lugar mejor al lado de un sujeto que no les desea nada bueno ni a Europa ni a los europeos dado el ímpetu de sus primeras medidas, las amenazas y las opiniones despectivas hacia los intereses de la UE. Menudo pegamento se han inventado estos botarates para concitar la ilusión europea: el del líder pendenciero que pretende destruir sus principales sectores productivos imponiendo cargas arancelarias para obtener el control por medio del chantaje.

El Partido Popular, si ya lo estaba, a partir de ahora debería extremar aún más las alertas con Vox, no ya solo considerando lo que este partido representa sino también el tipo de sociedad en la que se encuadra, sus soflamas patrióticas igual de incoherentes que vomitivas y la propia escenografía con guiños al mismísimo Putin. Trump no puede ser el aglutinador de un crecimiento en Europa cuando hasta ahora solo ha dado señales de querer destruirla. A ver si los votantes españoles empiezan a percatarse de con quiénes se juegan los cuartos.