Opinión | Sol y sombra

Corrupción en el fútbol

El penalti de Christian Stuani que los árbitros no dieron como válido.

El penalti de Christian Stuani que los árbitros no dieron como válido. / Copa del Rey / Twitter @ju4anm1atm

A raíz de una penúltima nefasta actuación arbitral para sus intereses deportivos, el Real Madrid ha denunciado corrupción en el fútbol español. Nada nuevo teniendo en cuenta el proceso que persigue en los Juzgados y hasta la trena a los dirigentes de la Federación Española; no hay que olvidarse de que Ángel María Villar, uno de sus presidentes, pagó una fianza para salir de prisión después de haber sido condenado por delitos económicos. Lo de Rubiales, en curso, no hace falta explicarlo; mientras que Louzán, el actual mandatario, ha salido absuelto de prevaricación tras haber permanecido bajo sospecha. El «caso Negreira» sigue ahí. Indicios de corrupción sobran. Aunque preferiría no quedarme corto al definirlo.

En la denuncia del Madrid lo único que cabe discutir es la conveniencia en llevarla a cabo del club más importante de la historia del fútbol. Pretenden contrarrestarla otras entidades de la Liga que curiosamente no han parado de quejarse del comportamiento del sistema arbitral. ¿En qué quedamos? El «estamento», como pomposamente se llaman a sí mismos los colegiados, insiste en que los arbitrajes en España pueden ser malos o muy malos pero no corruptos, que no todos son Negreira. Pero los errores humanos de los árbitros falibles levantan sospechas desde que existe el VAR y la posibilidad de testar una y otra vez las jugadas dudosas. Son ellos mismos, además, los que niegan al club madrileño los audios reveladores de su actuación. ¿Qué pretenden esconder? A todo esto, el propio Louzán ha venido a darle la razón al Madrid anunciando cambios en el sistema arbitral. ¿Cuál es entonces el problema de la denuncia?

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