Opinión

Semana de locos

La afluencia en mi cantina la semana de murgas adultas es capaz de superar el record Guinness de Celia Cruz

Público asistente a la final de murgas del año pasado.

Público asistente a la final de murgas del año pasado. / Andrés Gutiérrez

Pobre viejita la mía, la paliza que se dio el fin de semana rellenando garbanzas de conejo en salmorejo y envasándolas al vacío para que no me falle el condumio preferido de mis clientes en una semana como la que hoy empieza. Y es que, según la AEA, agencia de estadísticas aproximadas, la afluencia en mi cantina la semana de murgas adultas es capaz de superar el record Guinness de Celia Cruz.

A partir de hoy, mi negocio es un escenario más del carnaval. Pasarán por aquí murgueros, aficionados, políticos, entendidos, catedráticos, enteraditos... y el protagonismo de las conversas será, sin duda, las murgas adultas. Dará igual si sube el precio de los aguacates, o el de la gasolina, o si Donald Trump amenaza con invadir Canadá o si Pedro Sánchez pretende mezclar en un mismo decreto la gratuidad de las entradas del carnaval con la subida de los tramos del IRPF. Los que menos hablarán del concurso infantil que ganó Mamelones, o del festival coreográfico de ayer que llenó el recinto ferial y que parece que, en su nueva versión ha llegado para quedarse.

Unos hablarán de lo que suceda en el escenario y otros lo harán de los precios de las cañas y los perritos de los kioscos del recinto, mientras a mí me faltarán manos para atender a radios, tele y buenos amigos que querrán saber mi opinión acerca de los grupos críticos, todo ello procurando que no se me quemen las garbanzas que tengo al fuego. Y así hasta el sábado... lo dicho, una semana de locos.

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