Opinión

Antivacunas

El nominado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr.

El nominado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr. / Europa Press/Contacto/Tracy Kimball - Archivo

Me he tomado la molestia estos días de seguir los interrogatorios a los que fue sometido en el Senado de EEUU Bob Kennedy Jr., propuesto por Donald Trump para dirigir el departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU.

Fueron interrogatorios en muchos momentos de violenta retórica por parte sobre todo de los legisladores demócratas, entre ellos los frustrados exaspirantes a la Blanca de ese partido, Elizabeth Warren y Bernie Sanders.

Warren le acusó furibunda de intentar impedir «el acceso» de los ciudadanos a toda suerte de vacunas, algo que Kennedy ha negado, y Sanders, el representante del ala más progresista del Partido Demócrata, le lanzó con idéntica furia reproches similares.

Al margen de lo que haya de verdad en las acusaciones de esos y otros senadores, todas ellas tendrían mucho mayor peso si muchos de quienes las emitieron pudieran demostrar no haber recibido cientos de miles de dólares de la industria farmacéutica para sus campañas.

Los lobbies de esas y otras industrias igualmente poderosas, desde la armamentística o la petrolera hasta la financiera, intervienen en las elecciones de ese país hasta tal punto de que el propio Sanders ha llegado a hablar en más de una ocasión de «plutocracia».

Según Warren, el Senado debía bloquear como fuera la confirmación de Kennedy ya que su insistencia en la necesidad de compensar a las víctimas de lesiones o de muertes relacionadas con ciertas vacunas resultaría catastrófica para los laboratorios fabricantes.

Bob Kennedy Jr, que perdió en asesinatos todavía no aclarados a su padre, el fiscal homónimo y a su tío, el presidente de EEUU John Fitzgerald Kennedy, fue acusado por la hija de éste de ex heroinómano y «predador sexual».

Al parecer todo vale para frenar a Kennedy, enemigo a muerte de los laboratorios, aunque se trate de conductas que datan de su juventud universitaria o de acusaciones de tipo sexual de las que pocos políticos de aquel país, presidentes incluidos, parecen librarse.

Bob Kennedy Jr. ha convertido en pasión de vida la lucha no sólo contra los abusos de los laboratorios, sino también de la industria alimentaria de aquel país, a la que culpa de fenómenos como la obesidad y morbilidad de millones de ciudadanos norteamericanos.

Es posible que en su obsesión, el político ex demócrata, hoy independiente, vea a veces fantasmas donde no los hay, por ejemplo, en la relación que establece entre ciertas vacunas y el aumento del autismo infantil. No soy científico y por tanto no pretendo juzgarlo.

Pero él insiste en que sólo exigirá, si es finalmente confirmado, sobre todo mayor transparencia a las industrias farmacéutica y alimentaria para evitar abusos y muertes innecesarias.

Y sobre todo rechaza la etiqueta que le han colgado políticos y medios de «antivacunas» y «conspiracionista».

Por cierto, el otro día, el propio director del FBI, Christopher Wray, reconoció algo que todo el mundo había calificado antes de «conspiracionismo»: el virus del Covid pudo haber salido de un laboratorio y no del llamado «mercado húmedo» de Wuhan.

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