Opinión | El recorte

La misma moneda

La Confederación de Empresarios, CEOE, anunció en estos días la creación de un buzón para que quien sepa de algún trabajador que está utilizando una baja de manera fraudulenta pueda denunciarlo. Ha sido anunciarlo y que le haya caído encima la del pulpo por «atentar contra el derecho de los trabajadores»

El presidente de CEOE-Tenerife, Pedro Alfonso, se dirige a los asistentes al evento 'Construyendo futuro'.

El presidente de CEOE-Tenerife, Pedro Alfonso, se dirige a los asistentes al evento 'Construyendo futuro'. / EUROPA PRESS

En España los triunfadores son odiados, excepto en el fútbol y la lotería. Los que han hecho dinero con empresas despiertan la animadversión y el rechazo. «Los ricos» caen mal porque el deporte nacional es la envidia: no quiero lo que tú, quiero que lo pierdas. Da igual que den miles puestos de trabajo y paguen miles de millones en impuestos.

Hace ya bastante tiempo que las empresas están sometidas a una estricta vigilancia de las administraciones públicas a través de diversos órganos inspectores, de Sanidad, de Hacienda o, singularmente, de la Inspección de Trabajo. Y a nadie le ha extrañado que se ponga la lupa sobre cosas como los contratos irregulares, el empleo sumergido o la conducta de algunas empresas que presionan para que los trabajadores excedan el horario laboral sin cobrar.

Además, hace años que funciona un buzón anónimo de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. La persona que crea saber algún incumplimiento de la normativa, ya sea laboral, de discriminación o de prevención de riesgos, puede denunciarlo, asegurando su anonimato, para que, caso de ser cierto, a la empresa se le caiga la pelambrera.

Pues bien, la Confederación de Empresarios, CEOE, anunció en estos días la creación de un buzón para que quien sepa de algún trabajador que está utilizando una baja de manera fraudulenta pueda denunciarlo. Ha sido anunciarlo y que le haya caído encima la del pulpo por «atentar contra el derecho de los trabajadores». Parece una coña, porque se trata de perseguir a los tramposos, no a quienes cumplen las normas. Pero la medida bebe en el rencor populista hacia «los poderosos».

Por mucho buzón que pongan los empresaurios, como despectivamente les han llamado con oportunismo los sindicatos, si una baja está justificada y bien tramitada no hay tutía ni denuncia anónima que valga. Si existe algún sentido para esa iniciativa es para aquellos que incurran en la picaresca o en comportamientos fraudulentos. Y meterle mano a esa gente no es atentar contra nadie. Todo lo contrario, es defender que todos cumplan las mismas reglas.

La patronal asegura que la tasa de absentismo en Canarias supera el 8% y estiman que dentro de esta cifra el 2% se ausenta de su trabajo de forma injustificada. Las cifras se pueden discutir, pero tiene poco sentido que se acuse a las empresas de hacer lo mismo que se hace con ellas: vigilar que no haya fraudes y permitir que, si alguien conoce a algún listo, lo denuncie para que le pasen la lijadora.

Las empresas y los trabajadores no están en guerra, aunque a veces lo parezca. Quienes sí lo están son los sindicatos y las patronales, que son organizaciones que viven felizmente de ambos colectivos para, en teoría, defender sus intereses. Si no hay empresas no hay empleo. Y si no hay trabajadores, las empresas no pueden funcionar, por lo menos hasta que la Inteligencia Artificial nos mande a todos de vacaciones permanentes, como ya pasó en su día en la industria con las grandes líneas de producción robotizada.

Los sindicatos que aplaudieron el buzón de denuncias anónimas contra las empresas que incumplen las normas no pueden sostener en serio que sea «un ataque» hacer lo mismo con las bajas fraudulentas. Perseguir la ilegalidad no es un ataque. Es verdad que el anonimato puede hacer perder mucho tiempo. Hay mucho cafre suelto en este país y podrían empezar a llover denuncias falsas, solamente para liarla. Pero lo mismo se podría decir del buzón de denuncias contra las empresas. Y ahí está. O sea, hay que jugar con las mismas reglas. No se debería proteger a los jetas, sean saurios o mamíferos. Que de todo hay.

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