Opinión | La tribuna

Oriol Amat

Trump sí tiene valores

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump / Andrew Leyden/ZUMA Press Wire/dp / DPA

Estos días oímos hablar de la carencia de valores de Donald Trump y de la posibilidad que nos dirijamos hacia un nuevo orden mundial sin valores. Este debate lleva a preguntarnos: ¿qué son realmente los valores? Los valores son principios y creencias que reflejan nuestro pensamiento y guían nuestro comportamiento. En el ámbito empresarial, valores como la transparencia, la sostenibilidad y la responsabilidad social son fundamentales para construir una empresa confiable. A nivel personal, valores como la honestidad, cumplir la palabra dada, la familia, la humildad, la solidaridad con los más débiles o las personas diferentes marcan la manera en que nos relacionamos con los otros y con nosotros mismos. A menudo se piensa que si una persona no tiene nuestros valores, quiere decir que no tiene valores. No es así, los valores pueden ser mejores o peores, aunque hay que aceptar que esta valoración es subjetiva. Pero entiendo que un valor mejor es aquel que fomenta el bien común, el respeto mutuo y el progreso sostenible. Por otro lado, un valor peor puede ser aquel que fomenta el egoísmo, la mentira, la arrogancia o la discriminación.

En este contexto, podemos decir que Donald Trump también tiene valores. Queda claro que prioriza los intereses económicos de Estados Unidos y de los más ricos, así como sus propios intereses personales. Valores como el negacionismo del cambio climático o el rechazo de la inmigración se han convertido en pilares fundamentales de su gestión. No se puede decir que Trump engañe a nadie, puesto que está cumpliendo las promesas hechas durante la campaña electoral (lo cual también es un valor). Sus votantes sabían qué implicaba votarlo.

El impacto económico de estos valores puede ser profundo. Trump quiere poner trabas al comercio internacional, mientras promueve el petróleo y el gasto en armamento, desatendiendo otros ámbitos esenciales como la salud pública y la cooperación internacional. Su voluntad de incorporar territorios como Groenlandia y Panamá puede alterar todavía más los equilibrios geopolíticos. Es posible que genere reacciones que fortalezcan a otros bloques.

¿Pero qué pasa si los valores de Trump acaban dominando la vida y la sociedad norteamericanas? Varios colectivos se verán gravemente afectados, cómo por ejemplo los inmigrantes o la comunidad LGTBI. Una visión a corto plazo, centrada exclusivamente en el beneficio económico, puede erosionar derechos fundamentales y profundizar desigualdades sociales. Los pobres serán más pobres y los ricos más ricos. El medio ambiente sufrirá más. Y si esta tendencia se extiende por Europa, también nos resentiremos. El aumento del populismo y las políticas proteccionistas podrían debilitar el comercio y la cooperación internacional y poner en peligro los valores europeos de solidaridad, diversidad y derechos humanos. Por lo tanto, si tenemos valores diferentes a los de Trump, habrá que trabajar de lo lindo. Valores como la inclusión, la sostenibilidad, el respeto a los derechos humanos y la colaboración internacional son esenciales para un futuro más equitativo y justo. Hay que apostar por la educación y el diálogo para asegurarnos de que estos valores perduren y se refuercen ante las corrientes más individualistas.

Mike Jeffries, exCEO de Abercrombie & Fitch, es un ejemplo paradigmático de cómo los malos valores pueden llevar a la caída de un líder. Con declaraciones como «No hacemos ropa para personas gordas o feas», Jeffries promovió una cultura de exclusión y discriminación, reforzando una imagen elitista. Este enfoque basado en valores negativos provocó una pérdida de reputación para la marca y, finalmente, condujo a su destitución. El caso de Jeffries demuestra cómo los malos valores se acaban pagando caros.

En conclusión, el debate sobre los valores es más necesario que nunca. La expansión de ideologías como la de Trump nos obliga a reflexionar sobre qué valores queremos defender y cómo podemos construir una sociedad más justa y equilibrada. El respeto a la democracia nos lleva a aceptar la realidad electoral, pero también nos da la oportunidad de influir en el futuro a través de nuestra acción colectiva y compromiso social. Y Europa tiene mucho que decir. No me extrañaría que, buscando el America First, Trump acabe acelerando el America Second.

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