Opinión | Desde el Blocao

Jerónimo González Yanes

Los Realejos fusión, un ejemplo a seguir

Logotipo de la conmemoración del 70 aniversario de la fusión de Realejo Alto y Realejo Bajo. | EL DÍA

Logotipo de la conmemoración del 70 aniversario de la fusión de Realejo Alto y Realejo Bajo. | EL DÍA

Recientemente, con motivo de la inauguración de una exposición de pinturas, visite el municipio de Los Realejos. Me llamó la atención unas banderolas a modo de blasón que pendían de farolas y otros lugares muy visibles, con el lema «Fusión, Los Realejos 1955-2025» y un dibujo con un 70, incluyendo en el interior del dígito cero dos escudos heráldicos; en ese momento caí en la cuenta de lo que se trataba, pues mi padre me había hablado mucho de ese capítulo, ya que procedía del Realejo Bajo y vivió ese momento histórico.

Como se sabe, pues ya este periódico informó del acontecimiento y de los actos que se celebrarán durante el año en curso, corría el año 1955 cuando los municipios de Realejo Alto y Realejo Bajo -tras varios intentos y numerosas vicisitudes- culminaron el proceso de fusión. El día 6 de enero de 1955, el BOE publica la fusión de la actual Villa de Los Realejos. Los escudos que aludí son los de esos dos municipios fusionados y que la actual Villa lo incorpora en el suyo.

Dicha unión no fue un proceso fácil, si bien hay quienes señalan que al fraguarse durante la dictadura se hizo, poco menos, bajo un ordeno y mando. Todo lo contrario, pues hubo varios intentos mucho tiempo antes, como en 1823 cuando el pronunciamiento de Riego, pero la vuelta al antiguo régimen lo impidió; mas tarde, en 1836, al amparo del proyecto constitucional del Gobierno de Isturiz, se volvió a intentar sin resultado positivo.

En el Siglo XX, durante el primer tercio se pretende de nuevo la unificación, iniciando en 1925 los trámites, pero se genera un litigio entre las partes por el rechazo de ciertos sectores de la población que acaba en los tribunales, que impidió el acuerdo. Así llegamos a 1952, que nuevamente se inician los trabajos para la fusión, con asesoramiento del Cabildo de Tenerife, llegando a buen puerto el anhelado proyecto de los realejeros.

Esta fusión debería servir de ejemplo para otras localidades de esta isla, tan pequeña para 31 municipios, y cuya idea no es nueva. En este periódico en la década de los años ochenta se publicaron numerosos artículos del recordado Álvaro Acuña Dorta -lagunero de nacimiento y alcalde de Santa Cruz-, sobre la fusión de las ciudades de Santa Cruz y La Laguna. Sin entrar en otro tipo de valoraciones, se trataba de un proyecto basado en realidades que -en la actualidad- ya nadie puede poner en duda, que las dos principales ciudades de la isla forman una unidad geográfica, económica y social, por lo que es hora de dar alguna respuesta política y administrativa a esa realidad.

De igual forma, dicha realidad se le puede aplicar a otros pueblos de Tenerife. Por citar un ejemplo, existen comarcas conformadas por cuatro o cinco municipios que se encuentran unidos poblacionalmente y comunicados por la carretera general, a modo de calle principal. ¿Qué diferencias o singularidades tienen esos entes, para ser un municipio independiente? A mi modo de ver, ninguno.

Recuerdo a un dirigente de una agrupación de municipios canarios que, cuando le hablaban del asunto, siempre señalaba que no se podía olvidar la «idiosincrasia» de cada municipio. La verdad, si nos atenemos a la RAE, manifiesta que dicha palabra significa tener rasgos y distintivos propios, tanto individuales como colectivos, por lo que nos sonroja pensar que el político lo diga en serio. No sé que diferencias existen entre los habitantes de Tacoronte y Santa Úrsula, o de Santa Cruz y La Laguna, como no sea el nivel cultural o poder adquisitivo, no creo que existan muchas de comportamiento en los aspectos culturales, costumbres sociales, desempeño profesional, etc.

Más bien pienso y es muy probable que esté equivocado, que se trate de que habría que sacrificar muchos cargos públicos, desde alcaldías, concejales, asesores y resto de cargos de designación. Pero, aun así, existen muchas fórmulas y como la política es el arte de lo posible, pues que compartan las alcaldías en esos territorios por mandato (como nuestra capitalidad compartida en Canarias) y que el resto de municipios actúen como vicealcaldías o tenencias de alcaldía, según proceda. Me temo que, a pesar de ser posible como el supuesto de Los Realejos, nadie se atreverá de ponerle el cascabel al gato.

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