Opinión | El lápiz de la luna

Adiós, 2024

Preparativos para las fiestas de Nochevieja

Preparativos para las fiestas de Nochevieja / Andrés Gutiérrez

Tengo constantes conversaciones con la Elizabeth del año dos mil catorce. Bueno, suelo tener frecuentes conversaciones con la que fui, con la que soy y con la que seré. Ya lo decía mi abuela, «Esta niña va para política o para comunicadora.» Lo primero, aunque hubo un tiempo en el que quise dedicarme a la política por la ingenua idea de que las cosas se cambian desde arriba, ya no me interesa lo más mínimo viendo el percal. Lo segundo es mi pasión. Comunicar, ya sea desde la docencia, a través de la psicología, o con estos artículos en los que les hablo tanto del moño de mi abuela como de la suciedad de nuestra ciudad, me hace feliz. Pero como les decía, desde hace unos meses hablo con asiduidad con la yo de una década atrás. Ustedes se preguntarán por qué con la de hace diez y no con la de hace quince o cinco años. Porque este periodo ha supuesto un antes y un después para mí. Mudar la piel. Elevar la consciencia. Uno puede mudar la piel de forma natural, como cuando vamos a la playa los primeros días de verano blancos e inmaculados, cogemos una insolación y luego se nos van cayendo los pellejos. Sin embargo, también se puede mudar la piel porque la vida te la arranca a jirones. Un poco de esa forma me he exfoliado yo en estos años. Y claro, cuando uno muda la epidermis, como mínimo, debe también cambiar el alma. O te pudres o renaces. He renacido varias veces en este tiempo. Es curioso, porque a medida que me caigo mejor a mí misma le caigo peor a la gente. No sé si lo estoy haciendo mal ahora o andaba equivocada antes. Tal vez se deba a que ya no me importa lo que los demás piensen de mí. Mi gente, la que me quiere y me acepta de verdad, lo hará con mis luces y mis sombras, sin juicio, pero con consejos para que pueda seguir transmutando la piel sin que me la arranquen a pedazos. Por eso ya no intento agradar a nadie: primero, porque es agotador y quien no te quiere o no te acepta no lo va a hacer nunca, hagas lo que hagas; y segundo, sencillamente, porque no me da la gana. Me gusta en quien me estoy convirtiendo y agradezco a aquellos que se toman un ratito para (re)conocerme. Mi marido siempre me dice que algo bueno que da la edad es el sosiego. La calma. Esa capacidad para relativizarlo todo. El otro día hablaba con mi madre y con mis hermanas acerca de si alguna de nosotras volvería atrás. Se hizo un silencio y ninguna mostró entusiasmo por desandar lo andado. Sentí que estoy en mi mejor edad. Tal vez siempre lo estemos. El pasado es solo una mochila que, o nos condiciona y ralentiza el paso, o nos sirve de brújula. El futuro, entre más lo ansías, más se distorsiona o te desencanta. Al final, solo nos queda el ahora, lo sé, un topicazo de la psicología positiva. En cambio, es lo único cierto que tenemos. Este año he llorado muchísimo. He tenido que tomar decisiones radicales aun teniéndolo todo en contra. Asimismo, la vida me ha mostrado -y recordado- que se debe alzar la voz cuando están vulnerando tus derechos o los de los más débiles. Que la gente por norma va a mentir para salvar su reputación. Que tus miedos te van a acompañar siempre, podrás domarlos, pero no hacerlos desaparecer. Que un abrazo, un mensaje o un paseo con quien te quiere bien puede ahuyentar cualquier fantasma y hasta apagar el fuego del dragón. Que aquello que no fue y te rompió el corazón y hasta tus ilusiones debía ser así porque tu sueño, tu verdadero sueño (o uno de ellos) estaba esperando su turno en la cola del destino. Y que uno debe quererse mucho y quererse bien. Que lo que parece obvio no lo es tanto y que, ante la duda, incluso sobre uno mismo, siempre es conveniente tomar distancia, respirar, reevaluar daños y continuar nuestro camino. Esta Nochevieja no habrá ropa interior roja, ni algo dorado dentro de la copa. Tampoco partiré el año con la pierna derecha delante ni con canela en el zapato. Que sea lo que tenga que ser, que estoy preparada para ello. Ah, sin perder de vista que este nuevo año trae rima. Seamos positivos.

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