Opinión | Análisis
No leas nunca

Los mejores libros del año. / EPC
El individuo, como ser social, no debería leer jamás. El acto de la lectura intencionada repercute negativamente en el sosiego social, económico y político del cándido lector. En plena dictadura tecnológica, y con los gurús de marca blanca primando en la escala de prioridades, leer libros completos parece un acto subversivo, casi una declaración de guerra contra la comodidad de la inmediatez. Existen una serie de razones objetivamente extraordinarias por las que la ciudadanía debería evitar esa peligrosa costumbre humanista de abrir libros para alimentar las ideas. ¿Para qué descubrir que 1984, de George Orwell, nos cuenta que el pensamiento único y la manipulación son un riesgo normalizado? Con lo fácil que es vivir sin cuestionar, subido en una nube de tranquilidad en la que observar todo con prudente distancia. Al fin y al cabo, despiertas preguntas que tienen respuestas realmente incómodas. Imagina que topas con Los miserables de Victor Hugo y, de repente, te das cuenta de que puedes sentir la misma desesperación de Jean Valjean. Piensa, aunque sea por un momento, que empatizar con los demás requiere un esfuerzo emocional extra que no es imprescindible, dado que la carga es ya suficientemente pesada con los problemas del día a día. Valora, solo por un segundo, que aprendes a empatizar leyendo Matar a un ruiseñor. Los libros pueden producir detonaciones de dimensiones inesperadas, tan potentes que rompen tu atmósfera de confort. Sí, obras que son capaces de hacerte pensar en las consecuencias a largo plazo, de conectar puntos que no querías ver unidos. ¿Para qué arriesgarse a tal incomodidad? Mejor quedarse viendo el fútbol o Gran Hermano. Dicen que una sensación muy parecida ocurre con Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
Por eso no vale la pena leer; qué apuro abrazar la incomodidad. Y lo peor de todo es que leer puede aportarte ideas peligrosas: ¿Qué pasaría si te dieras cuenta de que las desigualdades de género no son casualidades históricas, ni ideas fantasiosas de algún iluminado, sino construcciones sociales que todavía persisten? Piensa en el riesgo de esas plumas valientes que dieron prácticamente su vida para que otros tuvieran las herramientas adecuadas con las que poner en cuestión al sistema político y económico que rige tu vida. Los libros prenden con una rapidez incontrolable, y no hay nada más peligroso que una chispa de ideas nuevas en los que prefieren lo predecible. Me han dicho que leer puede cuestionar lo establecido, llegando incluso a plantear la posibilidad de crear en la utopía. Un libro como Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin, puede mostrarte una forma alternativa, donde las jerarquías y el capitalismo no sean los únicos ejemplos de organización social.
Ningún sistema es perfecto, porque hay libros que te enseñan a pensar que la verdadera libertad debe buscarse constantemente, sin asumir que un modelo es absoluto. Aunque lo mejor que puedes hacer es no abrir un libro. Leer es una rebelión contra la ignorancia, un ejercicio de libertad y un acto de resistencia frente a un sistema asimilado y normalizado que intenta distraernos de lo esencial.
@luisfeblesc
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