Opinión | El recorte
Patada al tablero

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump / Europa Press/Contacto/Louis Grasse
Donald Trump es a los políticos convencionales como un cuchillo de carnicero a un bisturí quirúrgico: los dos sirven para cortar, pero de manera muy distinta. El presidente norteamericano siempre va a saco, aplastando todo a su paso y con la misma sutileza del elefante que representa a su partido. Pero no tiene de tonto ni uno solo de esos pelos tan extraños que se han convertido en carne de meme.
Los medios de comunicación europeos están anunciando la madre de todas las guerras: la del comercio. Y acusan a Trump de haberla iniciado con el anuncio de la imposición de aranceles a las importaciones de China, Canadá y Méjico a los que seguirán, previsiblemente, los que impondrá a las exportaciones de países de la Unión Europea. Los analistas de la UE recuerdan que esas políticas proteccionistas llevaron a la Gran Depresión de 1929 –en realidad fueron muchas más cosas– y aseguran que las decisiones proteccionistas de Trump nos conducirán a una nueva crisis económica.
Establezcamos primero que los aranceles van contra el libre comercio. Y que, por lo tanto, son un artificio aduanero que dificultan las transacciones y encarecen los productos para los consumidores. Dicho esto, Europa no es la organización más indicada para ponerse a dar clases de moral arancelaria. Hace solo unas semanas el presidente Macrón apelaba la necesidad de establecer «normas justas» –o sea, aranceles– para defenderse de las importaciones de vehículos eléctricos fabricados en China, que son enormemente más baratos que los europeos.
Desde hace décadas todos los países, y la Unión Europea también, utilizan los impuestos en las aduanas para defenderse de importaciones excesivamente baratas con las que no pueden competir los sectores productivos del país. Aunque la lógica determine que a los ciudadanos les beneficia comprar más barato, los intereses de los lobbies económicos o la simple estrategia de no permitir que desaparezca un sector productivo determinado hace que los países «castiguen» con impuestos a determinados productos de importación para hacer que se vuelvan mucho más caros y que, por lo tanto, no se puedan vender tan fácilmente. Aunque el que salga perjudicado sea el consumidor, que, como en el famoso dibujo, es el pájaro que se encuentra en la rama más baja y al que le caen todos los excrementos de los que están por encima suyo.
El mayor periodo de prosperidad del mundo ha coincidido con avances de la Organización Mundial de Libre Comercio. La protección aduanera ha sido un régimen característico de las dictaduras o regímenes autoritarios, desde la autarquía franquista a la castrista de Cuba. Solo los comunistas chinos han sabido practicar el perverso juego de mantener el comunismo en sus sistemas de producción y practicar el capitalismo comercial en sus relaciones comerciales con el mundo.
El manotazo de Trump sobre el tablero del comercio mundial, de acuerdo a su política de american first, es un cambio de paradigma. Y plantea un futuro incierto. No está haciendo nada que no hagan otros, pero, como en el ejemplo del bisturí y el cuchillo de carnicero, lo hace a lo bestia. Es una patada al tablero de juego. n
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