Opinión | Populismo
Emma Riverola
La flagelaciónde la izquierda

Donald Trump. / AP
Ya está, ya ha llegado la flagelación. Progresistas de aquí y de allá entonan el mea culpa por la victoria de Trump. Que si se han dinamitado los puentes con el pueblo, que si los excesos del feminismo, que si un empacho de woke… ¡La lucha de clases!, repiten algunos con desesperación. ¿Dónde quedó? El precariado, que rima con proletariado, pero sin conciencia social ni fábricas ni sindicatos y ración doble de angustia y frustración, ya solo espera un milagro. O, al menos, poder comprar aquel producto fabricado por mano de obra esclava. Siempre hay alguien que está peor.
Pues sí, dónde estará la lucha de clases. Esa que empezó a desdibujarse al derrumbarse los pilares de cartón piedra ensangrentados del bloque soviético. ¡Arriba la orgía neoliberal! ¡Viva la globalización al servicio de los ricos! ¿Cambio climático? Cállese usted y déjeme depredar tranquilo los recursos naturales antes de que se agoten. En un mundo donde las crisis se amontonan, la izquierda no padece amnesia, sino insuficiencia. Porque no tiene un modelo alternativo que ofrecer. El capitalismo ya es solo el exoesqueleto de un sistema más salvaje, más ciego y totalitario que está dibujando un nuevo orden mundial. La clase media, cada vez más depauperada, se agarra a la balsa de una socialdemocracia exhausta. Las grandes corporaciones, también las tecnológicas, agitan las olas y coquetean con instaurar un nuevo orden. ¿Quién se atreve con ellas? El que lo intenta, queda fulminado. Así que disimulemos y seamos obedientes.
Y, en medio de todo esto, ¿qué pinta lo woke? Nada. Un término humillante acuñado en laboratorios populistas que ha conseguido denigrar la defensa de los derechos humanos y convertirla en motivo de burla o de rabia. Un marco mental que una parte de la izquierda ha empezado a comprar. ¿Desde cuándo la lucha contra el racismo y la defensa de los derechos de las personas LGTBI no forman parte del ideario progresista? Se han cometido excesos, replican. ¿Debe responsabilizarse la izquierda de todas las idioteces hechas en su nombre?
Al fin, aquí tenemos a Trump. Encomendando a dos multimillonarios los recortes del Estado. Nombrando guardián de las fronteras al hombre que separó a los niños de sus familias migrantes. O eligiendo fiscal general a un tipo acusado por abuso de menores. Eso sí, Trump va a proteger a las mujeres «quieran o no». Los votantes eligieron una idea de seguridad por encima de la democracia y los derechos civiles. No saber defenderlos sale caro
El populismo sabe mentir sin escrúpulos. La derecha se ha doblegado a su discurso y la izquierda desprecia la farsa sin saber qué ofrecer a cambio. Unos y otros se han enredado en la política identitaria. La izquierda para defender unos valores y la derecha, para noquearla. Este juego perverso del desprestigio ha arruinado la fe en la política, especialmente entre los jóvenes. Estos han sido clave para la victoria de Trump. En España, empleo precario y vivienda inaccesible dinamitan su esperanza. ¿Tiene aquí la izquierda soluciones reales para ellos? n
- Las camisetas del CD Tenerife sustraídas eran para los futbolistas
- Caso Jay Slater en Tenerife: descubren varios mensajes enviados durante la noche de su desaparición en Tenerife
- Derbah grabó la cita con Matos para introducirle en la trama con favores
- Crisis interna en el mando nacional de la Policía por el ‘caso Derbah y Matos’
- El CD Tenerife la lía con la camiseta del Día de Canarias: críticas de apropiación cultural por añadir un símbolo de otra provincia española
- Mohamed Derbah, un espejo oscuro de Tenerife
- Santa Cruz inicia en junio la obra que transformará la avenida de Anaga
- Una descarga eléctrica deja quemaduras en un trabajador del tranvía y paraliza una hora el servicio