Opinión | Crónicas de otro tiempo

Democracia descalza

Una mujer en una calle inundada de Paiporta.

Una mujer en una calle inundada de Paiporta. / JM López

Suelo recurrir a los poetas cuando el sueño de la realidad parece desmoronarse. En este caso, acudo al cantautor Paco Ibáñez, a punto de cumplir 90 años, asegurando en una entrevista que «vivimos un período de agonía moral», como una buena manera de describir la tensión vivida en Paiporta. Muestras de indignación y agresiones, reflejo de una democracia aparentemente desahuciada, por mucho que Felipe VI trate de defenderla ante los gritos airados de los que arrojaron barro y objetos a un sistema en el que no creen. Podrán decir que eran un grupo organizado de ultraderecha, pero aún así, subyace el sentir general de repulsión hacia políticos que han creado su propio mundo de batallitas, ajenos a la frustración de una sociedad profundamente insatisfecha. En un extraño plano secundario, palpita el olvido, se ignora la historia y cunde el desprecio a todo lo ganado en derechos y libertades. La pérdida de referentes, ese vacío moral del que habla Ibáñez, la constatación de que las ideologías son productos de consumo, la intolerancia que los medios azuzan y amplifican, consagrada en la hoguera de odio que crece en las redes sociales, convergen en una sociedad hipersaturada y deseosa de que alguna clase de instrumento autoritario del tipo corrector de población le devuelva la lucidez. La desinformación impide que la gente se siente en la silla de pensar antes de proferir insultos en un ambiente de rabia legítima pero capaz de justificar la violencia indiscriminada. Mientras mi hija me dice que, aunque salgamos de España, es España la que nunca sale de nosotros, vuelvo al poder mágico de la visión poética, para rescatar la predicción del grupo Vetusta Morla en el tema La Virgen de la Humanidad: «El viejo mundo baila, se despide y va descalzo. Pero el nuevo aún no se ha puesto los zapatos».

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