Opinión | EL RECORTE

Escraches al turismo

Recuerden las calles vacías y desoladas de nuestras ciudades turísticas. Los hoteles cerrados a cal y canto. Los restaurantes, cafeterías y comercios chapados. Los aeropuertos desiertos. Un pequeño virus hizo que Canarias perdiera veinte mil millones de su PIB

Playa de El Médano.

Playa de El Médano.

La guerra contra el turismo está llena de pronombres posesivos. «Nuestra agua», «nuestro suelo», «nuestras viviendas», «nuestro medio ambiente» o «nuestras islas». Es el lenguaje de gente que está en contra de los pronombres posesivos capitalistas, pero que defienden la propiedad pública, que es otro tipo de propiedad en la que todo es de todos. Excepto las casas de los ministros. Y los coches oficiales. Y las sedes de las instituciones políticas. Y de los sindicatos. Pero quitando eso, todo lo demás es de todos. Por eso mismo no puedes alquilar tu casa al precio que te dé la gana, porque no es tuya sino de toda la sociedad. Que es justamente lo que está empezando a pasar en nuestro país con su deriva totalitaria e intervencionista. Ahora resulta que nos ha dado por imitar un modelo social que ha creado los mayores infiernos de miseria y opresión de la historia.

El frente contra el turismo en Canarias va dando pequeños pasos y envalentonándose mientras los audaces medios de comunicación que luchan contra el sistema, como nuestra querida televisión pública autonómica, dan la mayor cobertura a esta justa causa. Es obvio que salvar Canarias de la invasión de los guiris es una absoluta necesidad. Por eso es oportuno hacerles un escrache en un hotel de Lanzarote donde vinieron a descansar, con pancartas, folletos y numeritos en la piscina de agua salada; «nuestra agua». Es lo más inteligente que podemos hacer para que se vayan empezando a acojonar.

La Unión Europea se basa en una piedra angular del tratado de Maastrich que es la libre circulación y residencia de sus ciudadanos. Pero para los canarios que combaten la invasión de los turistas, los conciudadanos europeos son «extranjeros» que nos roban nuestras viviendas. Aunque sea muy difícil ver a esos supuestos extranjeros comprando casas en Ofra, en La Salud, en el Suroeste o La Cuesta, o en Arafo o en Boca Cangrejo. Compran casas o chalés muy caros y en las localidades más turísticas. Pero que la realidad no nos estropee un buen titular.

Hubo una época, más desinhibida, en que se acusaba a la mano de obra humilde que venía de países latinoamericanos de quitarle el pan de la boca a los canarios. Pero la realidad es que el pan no te lo quita nadie si no quieres. Sobre todo si es alguien que tiene que recorrer miles de kilómetros para competir por un trabajo. Ahora ya no se acusa a la clase obrera, pobrecitos, sino a los «extranjeros ricos» que se compran casas de medio kilo para arriba. Dicen que nos roban el techo y el tocho.

Recuerden las calles vacías y desoladas de nuestras ciudades turísticas. Los hoteles cerrados a cal y canto. Los restaurantes, cafeterías y comercios chapados. Los aeropuertos desiertos. Un pequeño virus hizo que Canarias perdiera veinte mil millones de su PIB. Casi la mitad de su riqueza. El dinero de Europa –el de los «extranjeros»– salvó nuestros puestos de trabajo y a nuestras empresas. La próxima vez ¿quién nos ayudará? Pues nadie, porque el virus seremos nosotros mismos. Este pueblo silencioso y manso, que es incapaz de hablar para defender lo que nos da de comer. Merecido tendremos lo que nos pase.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents