Opinión

Georgina Higueras

China amarra África

China, principal socio comercial de África desde hace 15 años, reunió a primeros de mes en Pekín a dirigentes de los 54 países del continente y les prometió una nueva lluvia de miles de millones para financiar infraestructuras, energía verde, agricultura y minerales críticos. En contrapartida, les dejó claro que cuenta con sus votos en Naciones Unidas, el G20, los BRICS y cualquier otra institución internacional en la que China quiera ejercer su influencia.

Al terminar la Guerra Fría, África cayó en el olvido de Occidente y el Imperio del Centro, sediento de materias primas para su desarrollo, inició una penetración que ha cambiado la faz del continente con megaproyectos de trenes, carreteras, puertos, aeropuertos y telecomunicaciones, además de explotaciones mineras y energéticas. Conectividad y extracción han sido las claves de la cooperación chino-africana.

África es un componente esencial de la gran estrategia de la Franja y la Ruta, la nueva ruta de la seda, con la que China busca reforzarse en el mundo y dar salida a la infinita producción de sus fábricas. Las tensiones geopolíticas que han llevado a EEUU y sus aliados a imponer aranceles a numerosos productos chinos, empujan a los fabricantes chinos a buscar mercados alternativos como África, que para 2050 será el principal motor laboral global, con un tercio de la juventud mundial.

En la cumbre del Foro de Cooperación China-África, Pekín asignó 51.000 millones de dólares para préstamos e inversiones en el continente negro y confirmó la tendencia de concentrarse en proyectos pequeños cercanos a la población, como los de agricultura, manufactura, industrialización, digitalización y energía verde. También instó a las empresas chinas –más de 5.000 asentadas en África– a asociarse con firmas y gobiernos africanos para mitigar los riesgos y anunció que canalizará más dinero a través de las instituciones financieras multilaterales africanas para la promoción del comercio y las pymes.

China quiere convencer a sus socios de que, al contrario que las potencias colonizadoras, promueve un desarrollo mutuo. Defiende, frente a la hostilidad de Occidente, una apuesta por los países africanos para impulsar una gobernanza global supuestamente más justa e inclusiva. EEUU, sin embargo, ve con malos ojos esta estrategia, que permite a China adueñarse de buena parte de los minerales críticos existentes en África, como el 72% de las exportaciones de cobalto, el 58% de las de manganeso y el 28% de las de grafito, tres elementos clave en la fabricación de baterías para coches eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía.

EEUU acusa a China de neocolonialismo y de atrapar a los países con «la trampa de deuda», pero un estudio de la Universidad de Oxford de 2022 sostiene que esa narrativa forma parte de la rivalidad estratégica entre Washington y Pekín, porque la mayor parte de la deuda africana está en manos de tenedores occidentales privados. Empeñado en contrarrestar la influencia china, se ha comprometido a financiar una línea férrea que conecte el puerto angoleño de Lobito y la República Democrática del Congo, con el fin de mejorar las redes logísticas de las minas de cobre y cobalto. La UE también ha multiplicado sus inversiones africanas.

No hay duda de que Pekín ha despertado el dormido interés de Washington y Bruselas hacia África, pero llegan tarde. Aunque muchas de las antiguas colonias se dejan querer por Oriente y Occidente, la mayoría se sienten maltratadas por las condiciones que les impusieron para acceder a créditos y ayuda al desarrollo y se inclinan por la política china de no injerencia en los asuntos internos y de situar el desarrollo como el primero de los derechos humanos.

Además, China, que tiene en Yibuti su única base militar fuera del territorio, se ha comprometido a desempeñar un papel activo en la seguridad de África. Para ello, aumentará la cooperación y el entrenamiento militares.

Casi con la misma población que China, África se ha convertido en el escenario de la gran pugna de Pekín en defensa de sus intereses, y con ellos los del sur global. Según los expertos, en 2063 el continente negro será la tercera economía mundial. Si EEUU no lo impide, para entonces China habrá superado a ese país.

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