Opinión | Retiro lo escrito

Una larga tradición

¿Qué es la patria? Eso se lo preguntas a Monedero, un musiú que lo sabe mejor que tú, y tiene un artículo donde lo explica muy bien, la patria socialista es Maduro, el fascismo mantuano es María Corina, y si no lo entiende coge el artículo y lo quemas y calientas el budare para las arepas

Nicolás Maduro muestra su voto.

Nicolás Maduro muestra su voto. / EFE

En 1920 H.G. Wells se entrevistó con Lenin en Moscú. Quedó encantado y dejó escrito que en ese momento epocal se estaba experimentado en Rusia una transformación excepcional de la experiencia humana, la construcción de un orden social definitivamente justo, libre, benéfico. Oh, existían problemas, sin duda, pero eran insignificantes comparados con los logros conseguidos y los que se obtendrán. El caso de Wells – un escritor tan querido – es particularmente doloroso, porque en los años treinta volvió a Rusia para entrevistar a Stalin, y volvió a segregar babas, y a callar cualquier crítica, y a elogiar el acelerado proceso de industrialización de los bolcheviques frente al monstruoso criminal que le sirvió té de su propio samovar. De ambas entrevistas quedan fotos y es imposible no reparar en la fría sonrisa cargada de desprecio de Lenin y de Stalin hacia el burgués gordito de zapatos acharolados.

Wells no inauguró la larga tradición de turismo revolucionario de intelectuales de izquierdas en países comunistas, pero fue una figura prominente de la primera hornada. Y no de las peores, ni siquiera entre los ingleses. Las declaraciones de George Bernard Shaw fueron más repugnantes y estúpidas (después elogiaría intensamente a Mussolini). Hasta los años cincuenta, e incluso después, fueron centenares los escritores, pintores, músicos, cineastas y periodistas que peregrinaron a la Unión Soviética como a la nueva tierra de promisión donde se fraguaba una humanidad limpia de pecados históricos y con ojos abiertos al futuro. Los artistas e intelectuales de izquierdas se sentían felices –o al menos confortados – al creer, al atestiguar, que en algún lugar se estaba pariendo –aunque fuera dolorosamente – el socialismo. Y el régimen soviético, con sus invitaciones y bienvenidas, obtenía propaganda de calidad que lo legitimaba política y culturalmente. En la guerra fría también se cavaron trincheras ideológicas con filósofos y escritores de valor inobjetable como oficiales zapadores. “Un anticomunista siempre será un cerdo”, escribió Jean Paul Sartre. Otro de sus compañeros de la revista Los tiempos modernos, Maurice Merleau-Ponty, escribió uno de los libros más miserables del siglo XX, Humanismo y terror (1947) en los que se hacía una defensa cerrada de la Unión Soviética y de la escolástica marxista-leninista. Un rasgo de humor macabro: el estímulo del vómito apologético de Merleau-Ponty fue otro libro, El cero y el infinito, en el que Arthur Koestler novelaba la persecución, la tortura y el aliento exterminador del estalinismo vivido en carne propia. Por supuesto, Koestler no sabía de lo que hablaba. Quien lo sabía, en su caliente y mullida buhardilla parisina de profesor universitario, era el doctor Merlau-Ponty.

A medida que la mitología de la Unión Soviética se marchitó otros destinos se sucedieron como receptáculos del Hombre Nuevo. China. Si no fuera por el asco habría que releer lo que escribieron otros profesores parisinos sobre la China de la Revolución Cultural y sus cientos de miles de muertos. Cuba, por supuesto. Si todavía van por ahí imbéciles con los ojos en blanco mientras los cubanos están a un paso de la antropofagia. Y en los últimos años, Venezuela, otro faro para iluminar la humanidad, porque mira chamo, igual tu vida es una mierda, y no tienes esperanza de comer mejor, o de que a tu viejo le den algo para soportar el cáncer, o de que alguien limpie la mierda de las calles y de los parques o de que algún día el cabrón de la policía no te saque plata por estacionar en un sitio donde se puede estacionar. Pero tienes patria. ¿Y qué es la patria? Eso se lo preguntas a Monedero, un musiú que lo sabe mejor que tú, y tiene un artículo donde lo explica muy bien, la patria socialista es Maduro, el fascismo mantuano es María Corina, y si no lo entiende coge el artículo y lo quemas y calientas el budare para las arepas. ¿Qué no tienes pa arepas? A ver si lo que pasas es que eres un contrarevolucionario, huevón, traidor coñoetumadre.

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