Opinión | EN EL CAMINO DE LA HISTORIA

Verdad y realidad

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / Alejandro Martínez Vélez - Europa Press

Sobre estas dos categorías ontológicas: verdad y realidad, se han posicionado desde diferentes conceptualizaciones filósofos, sociólogos, científicos, separando una de la otra.

En el libro publicado por Thomas Luckman y Peter Berger en 1967, La construcción social de la realidad; una de las obras teóricas más importantes e influyentes de la sociología y psicología social contemporánea, mantienen dos tesis básicas; que la realidad se construye socialmente y por otro lado consideran que es tarea de la sociología del conocimiento analizar los procesos por medio de los cuales se construye esta realidad. Cuya idea general está basada en que la realidad se establece a partir de interrelaciones entre el ámbito individual y el ámbito social. La realidad según los autores, es una cualidad de dichos ámbitos que son fenómenos que no podemos hacerlos desaparecer. La realidad la percibe nuestros sentidos; aun sin nuestros sentidos la realidad sigue estando ahí.

Por otro lado, la verdad en el sentido ontológico es un hecho absoluto, objetivo totalmente independiente del ámbito de lo humano, independiente de la experiencia, de la lengua, del entendimiento de la discusión racional o como la idea que las cosas pueden ser llamadas verdaderas por alguna razón específica y distintiva.

Hay sociólogos que pretenden unir la verdad con la realidad, o sea manifestando que la única verdad es la realidad. Quizás el primero que desde su obra, La Política haya sido Aristóteles conocido por El Estagirita al nacer en Estagira, 384 años antes de Cristo.

Y andando el tiempo aparecen los tres grandes filósofos que elaboraron la teoría de la sombra de la sospecha, Nietzsche, Marx y Freud que mantienen que la verdad es una especie de error, una ilusión útil y necesaria para el mantenimiento de la especie.

Llegando al escenario de la política actual y esgrimiendo la frase aristotélica, antes mencionada, lo que se pretende poner de manifiesto es que aquellas decisiones que se han tomado y que están cuestionadas como válidas porque con anterioridad se dijo una cosa y ahora otra, enfatizando que la única verdad existente es la realidad lo que nos hace recordar la época dictatorial del mandatario argentino, Juan Domingo Perón, muy dado a repetirla con cierta insistencia; y en estos momentos es un escudo que esgrime el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, como paradigma incuestionable sobre pactos y sobre las leyes que se sometan a aprobación.

Lo que sí se manifiesta por estudiosos de la ciencia política es que los liderazgos que tienen un cierto carisma de insustituibles y que se consideran los héroes de todos los días, les embarga una concienciación que son imprescindibles y aunque estén al borde de lo imposible, es como si mantuvieran una pulsión de inmortalidad definitiva.

Jean Baudrillar en La Ilusión del fin para explicar estas situaciones que se dan en cierto lideres ofrece un ejemplo bastante ilustrativo cual es aquel hombre que pasea bajo la lluvia con el paraguas bajo el brazo: cuando se le pregunta por qué no lo abre, responde: «es que me gusta sentirme al límite de mis posibilidades».

Llegar al límite de sus posibilidades es lo contrario de saber finalizar, recurrir a los propios limites es dejar de disponer del final, es según el sociólogo y filósofo francés, perder su propia sombra, es por lo tanto la imposibilidad de saltar por encima de ella , ¿como saltar por encima de la propia sombra cuando se ha dejado de tenerla?

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