Opinión
Hasta Galdós se dio cuenta

Un retrato de Benito Pérez Galdós. / El Día
«Canarias, mi tierra amada, se enfrenta desde ayer y hoy a un dilema doloroso que nubla el esplendor de sus paisajes. Verso sobre una agonía que no es otra que la falta de hogares para nuestros hijos. Ahora, acecho con pesar cómo la falta de vivienda pública consume las esperanzas de tantos y tantas canarias que no tienen dónde vivir. En Tormento o mis Episodios Nacionales plasmé con dureza la vida y las dificultades del pueblo, pero esta realidad supera incluso mis más sombrías ficciones. Ahí languidecen los rostros de aquellos que no tienen un techo bajo el cual cobijarse, la metáfora de una angustia solo comparable al pecado que Pedro Polo usó como chantaje. Y vuelvo a cuestionarme: ¿Cómo el suelo que nos vio nacer se convierte en un lujo inalcanzable para muchos? Nuestra tierra, cuyos cielos siempre han sido testigos de la lucha y la resistencia, no puede permitirse dejar a sus habitantes sin refugio. Mi merced no llega a concebir unos datos que alterarían a cualquier valido o secretario del mismísimo Felipe IV. Los estudios humanistas reflejan un parque público inferior al 1% del total, frente al 2,5% de media estatal y el 9,3% europeo. Y para mayor oprobio, existen en Canarias 9,7 viviendas vacías por cada 100 habitantes. Escribo compungido ante tamaño despropósito. La escasez de vivienda no es solo un problema material; es una herida en el alma de nuestra comunidad. Hablan de progreso y bienestar teniendo a nuestros hermanos sin un lugar seguro donde vivir. Es imperativo que nuestras autoridades y la sociedad en su conjunto se unan para tejer un futuro en el que cada canario pueda llamar hogar a un pedazo de esta tierra llena de tanto sacrificio. Que no repita lo que me tocó hacer, que no se vayan como me fui yo de Gran Canaria. Y antes de finalizar esta reflexión, quiero invocar a Canarias, un crisol de culturas y paisajes que ha atraído allende las fronteras a aquellos que buscan cobijo en sus costas soleadas. Sin embargo, en las últimas décadas, la adquisición de propiedades por parte de extranjeros acaudalados ha alcanzado nuevas alturas, generando tanto entusiasmo como inquietudes entre los naturales. Es sabido por todos que los compradores internacionales pueden permitirse pagar más que la población local, y esto, genera un mercado inmobiliario menos accesible para los residentes nativos, especialmente para aquellos con ingresos más bajos. Dígole así: la llegada de compradores rusos o alemanes, y la consiguiente inversión en propiedades, nos lleva a la gentrificación. A los ojos de este canario de cuna, las propiedades que originalmente estaban destinadas al alquiler a largo plazo pasan a alquileres turísticos o segundas residencias, reduciendo así la oferta de viviendas disponibles para todos nosotros. En mis novelas, los personajes enfrentaban desafíos, pero también encontraban la fuerza para superarlos. Canarias, con su resiliencia innata, debe hallar soluciones justas y sostenibles para proporcionar viviendas dignas a todos sus habitantes. La historia nos enseña que, cuando nos unimos, somos capaces de superar cualquier adversidad. Persevero con la esperanza de que Canarias no sea un verso de Jorge Manrique». Atentamente, Benito María de los Dolores Pérez Galdós.
@luisfeblesc
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