Opinión | Retiro lo escrito

La vejiga del PSOE

Pedro Sánchez, este domingo en A Coruña.

Pedro Sánchez, este domingo en A Coruña. / EFE

Como brillante buhonero atento al quite, Pedro Sánchez aprovechó la convención del PSOE –un ejercicio de autobombo que a veces adquirió dimensiones delirantes– para anunciar un plan de refuerzo en matemáticas y lectura para Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria. Dispondrá tal vez de unos 500 millones de euros asignados en los presupuestos generales del Estado de 2024 –que no se aprobarán definitivamente hasta finales de febrero o principios de marzo– y comenzarán a desarrollarse en el próximo curso académico. El propio presidente anunció que acompañará a la ministra de Educación, Pilar Alegría, a la reunión del Consejo Escolar estatal, supongo que para difundir ahí la buena nueva y brindar detalles más precisos. Sánchez es incansable y está en todas partes simulando que está en todo. Pero, por supuesto, no lo está.

Es muy aburrido repetirlo, pero las competencias en materia de educación están transferidas hace décadas. Si Sánchez y Alegría quieren actuar correcta y rápidamente lo correcto sería que convocaran la Conferencia Sectorial de Educación, que es el órgano de cooperación entre el Estado (vale decir: el Gobierno central) y las comunidades autónomas en materia de enseñanza no universitaria. No es posible confundirse: la de Educación es una de las conferencias sectoriales previstas en la legislación básica. El Consejo Escolar del Estado, en cambio, es un órgano exclusivamente de carácter informativo y consultivo, por más que participen todos los sectores de la comunidad escolar y pueden dirigir propuestas al Ministerio de Educación. Cada comunidad autonómica tiene su propio Consejo Escolar. Baste con este recordatorio elemental para abocetar lo que es el nuevo anuncio publicitario del presidente Sánchez. La vejiga propagandística del PSOE y su ya proverbial incontinencia que deja a los electores empapados. Alegría utilizará el Consejo Escolar para legitimar la medida y anunciarla como fruto de un amplísimo consenso, en lugar de debatirla, mejorarla y perfilarla con las comunidades, mayoritariamente controladas por el PP, pero sin cuyo concurso el plan no podrá desplegar toda su potencia. Es muy irritante escuchar al PSOE y al PP de educación pública. Son los principales responsables políticos de un sistema público cada vez más ineficiente e ineficaz, menos respetado por profesores, padres y alumnos, y quizás menos respetable. En toda España, como en Canarias, la brecha social entre alumnos ricos y alumnos pobres no deja de ensancharse. Los primeros pueden pagarse lo que es inaccesible a los segundos. Y la educación es para la gran mayoría el único instrumento de mejora social, económica y laboral. ¿Cómo es posible, en pleno siglo XXI y en un país que vive básicamente del turismo, que los alumnos canarios sigan con un nivel tan bajo de inglés, de alemán o francés? Para volver a lo anterior: sin un gran pacto por la educación de naturaleza transversal, que cuente con socialdemócratas y conservadores y compartan Gobierno central y comunidades autonómicas todo son tiritas. No hay alternativa a un pacto educativo basado en principios y leyes básicamente consensuadas, y que debería incluir igualmente la reforma de las universidades, sus espacios participativos y sus modelos de gestión.

Y como suele ocurrir en los últimos años también la política educativa acaba siendo (otra) excusa para un posado progresista y para arremeter contra la oposición. España, machacó el presidente, solo avanza sobre derechos y convivencia. La vicepresidenta dejó claro lo segundo al gritar que el Partido Popular no respeta la democracia, y el PSOE con la mano abierta, pero es que no son demócratas. Y si no son demócratas, ¿por qué le ofrecen la mano? Respecto a los derechos, el derecho a no cambiar de legislación educativa cada cuatro, seis u ocho años parece no contemplarse por un Gobierno con tal apetito invasivo que ha terminado por cooptar a la propia dirección del PSOE.

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