Opinión | Retiro lo escrito

Muchas palabras y poco tiempo

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo.

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo. / Europa Press Canarias - Europa Press

Mañana, después del inusual pleno parlamentario express, el presidente del Gobierno autónomo, Fernando Clavijo, se reúne con los portavoces de los grupos parlamentarios. El asunto fundamental es intentar cerrar una propuesta de consenso sobre la regla de gasto. Cabe esperar que Clavijo intente convencer a una mayoría lo más amplia posible de su posición, que es la de CC: el Gobierno central debe tolerar una «excepción justa» (es la expresión de Cristina Valido) en la aplicación de la regla de gasto en Canarias y no se pierdan así esos 283 millones de euros «que deberían utilizarse para mejorar los servicios públicos». Como cada día soy más bruto, cuanto más viejo más pendejo, no termino de entender por qué no se habla, debate y consensua lo de la aclimatación canaria de la regla de gasto en el Parlamento. En puridad ni siquiera entiendo que los portavoces vayan a Presidencia y no sea el presidente el que vaya a la Cámara. Vaya usted a saber. Quizás en Presidencia no existen galletas, dulces y bocadillos que distraigan la atención de sus señorías. Tal vez se sienten más importantes.

Después del turno de los portavoces –esto es realmente curioso– el presidente, acompañado por el vicepresidente y consejero de Economía, Manuel Domínguez, y la consejera de Hacienda, Matilde Asián, recibirá en su despacho a Sebastián Franquis, portavoz del grupo parlamentario socialista y encargado por el secretario general del PSOE, Ángel Víctor Torres, de pastorear a los diputados y llevar las relaciones directas con los mandamases coalicioneros. Al parecer le van a entregar un informe sobre la productividad de la economía canaria, y le van a proponer algo, de la misma manera que Franquis tiene previsto presentar al presidente y sus acompañantes dos propuestas básicas de pacto: una de productividad, precisamente, y otra sobre pobreza. Mi viejuna incomprensión se amplía aún más. ¿Por qué no se convoca un pleno extraordinario sobre la productividad y sus problemas estructurales en Canarias –en vez de sestear en enero– y se articulan las bases de un acuerdo que incluyan modificaciones normativas y reglamentarias y que se firme antes del próximo verano?

Sin duda me pierden las prisas. Pero es que nos oscurecen tantas certezas y malos augurios. Este ciclo de éxito en éxito –vinculado con la actividad turística y su arrastre en casi todo tipo de servicios– hasta la próxima y aniquilante crisis ya me lo sé de memoria. Amargas desventajas de la ancianidad. Escribió aquí el profesor Rivero Ceballos el pasado domingo, que, con métricas objetivas, mediables y medidas estadísticamente en rigurosos proyectos de investigación, los canarios no habían mejorado su calidad de vida en los últimos cuatro años, al contrario, concretamente en 2022 había incluso empeorado. «La conclusión a la que llegamos es que las condiciones materiales de vida en sus tres componentes (condiciones económicas, materiales y de seguridad) que se miden a través de doce indicadores resultan ser notablemente peores en Canarias que en el resto del Estado». Lo que sí es inequívocamente más alto que la regla estatal es la concentración de la renta. Seguir sosteniendo discursos triunfalistas y esperanzados en este marco es, a la larga, un suicidio colectivo. La pequeñez y lejanía de nuestro territorio, la modesta evolución de nuestro PIB –lastrado, en efecto, por una crónica baja productividad– y el aumento poblacional forman un cóctel económico, social y demográfico que conspira contra cualquier proyecto de comunidad próspera y sostenible, cohesionada social y territorialmente, dotada de buenos servicios públicos y al mismo tiempo de empresas sólidas y modernizadas. Los problemas estructurales están suficientemente claros. Hasta sobrediagnosticados. Lo que es imprescindible es construir una visión estratégica compartida, imprimir voluntad política, vehicular un conjunto de reformas en este país. Y, de veras, se acaba el tiempo. ¿Hablar? Todo lo que se pueda. Pero deben tomarse medidas inteligentes y planificadas cuanto antes. Ya.

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