Opinión | La cantina ilegal

Amor incondicional

Imagen de archivo de una persona con una entrada física para un concurso del Carnaval.

Imagen de archivo de una persona con una entrada física para un concurso del Carnaval. / Andrés Gutiérrez

Querida entrada de la final:

Después de calentar un caldero de garbanzas de las de mi madre, y apartarlas para que reposen, me he atrevido a escribirte estas letras para decirte que un año más, y ya van no sé cuántos, me he quedado sin disfrutar de tu presencia.

Recuerdo cuando teníamos que hacer una cola tremenda con la única esperanza de verte a través de una ventanilla; noches de frío y larga espera con la ilusión de tenerte en nuestras manos. Luego llegó internet y cuando pensábamos que iba a ser más fácil... nuestro gozo en un pozo. Desde que anuncian el día que te veremos, un cosquilleo en el estómago nos inquieta. Aunque digan que estarás disponible tal día, a las 9:00 horas, nos plantamos delante del ordenador cinco o seis horas antes, como si ello nos garantizase el privilegio de tenerte. Y llega el día, y la hora y, tarjeta en mano, nos apuramos a elegirte, cualquier sector, cualquier grada, da igual, lo importante es conseguirte... y comienza la incertidumbre, tan solo ha transcurrido un minuto y me dices que me mandas a una cola virtual donde hay más de mil personas ansiosas por verte, y pasan los minutos, y la ansiedad crece cuando, de repente, apareces en la pantalla pidiéndome mis datos y haciéndome pensar que ya eres mía.

Pero mi alegría desaparece cuando veo que, a punto de tu sí quiero, empiezas a darme excusas como: Otros usuarios han elegido tu asiento... o no hay stock disponible... o lo peor de todo, cuando me echas de tu lado con un simple Gateway0580. Pero no me doy vencido, el año que viene volveré a intentarlo, a pesar de los bolígrafos, porque tú sabes bien que lo que sentimos por ti es un amor incondicional.

Tracking Pixel Contents