Opinión | OPINIÓN
José Luis Rivero Ceballos
Las dificultades de vivir en Islas pequeñas y alejadas
Existe evidencia suficiente como para afirmar que la calidad de vida de la población de Canarias en su conjunto no ha mejorado significativamente en los últimos cuatro años

Las dificultades de vivir en Islas pequeñas y alejadas / Adae Santana
La publicación por el Instituto Nacional de Estadística (INE) del Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV), a finales de 2023, es una ocasión para pensar colectivamente en los fundamentos sobre los que los isleños asentamos nuestra manera de vivir.
El IMCV es un intento de poner de manifiesto las condiciones generales en las que las personas de una comunidad autónoma satisfacen sus deseos de construir una buena vida de forma relativa a la de otras comunidades autónomas. Es una tarea de gran complejidad, pero necesaria, porque existe el convencimiento de que el indicador usado generalmente para poner de manifiesto el bienestar de las regiones y países, esto es, el Producto Interior Bruto per cápita (PIB per cápita), no revela la información suficiente como para hacer un escrutinio razonado de la calidad de vida. De ahí que instituciones públicas y privadas estén abordando proyectos que van más allá del mero cálculo del PIB per cápita. El más popular fue el informe encargado por el gobierno francés (2009), a tres economistas, Sen-Stiglitz-Fitoussi (SSF), en el que se hacen recomendaciones sobre cómo abordar una medida de la calidad de vida. También la Comisión Europea impulsó la elaboración de indicadores de calidad de vida en la Comunicación [COM (2009) 433], titulada “El PIB y más allá- Evaluación del progreso en un mundo cambiante”, que dio paso a la creación de un Sponsorship Group con el fin de llevar al sistema estadístico europeo las recomendaciones del informe SSF. Y por citar una tercera iniciativa relevante, la OCDE abordó el proyecto Better Life.
Siguiendo esta línea, el INE utiliza sesenta indicadores agrupados en nueve dimensiones que se sintetizan en un único indicador (AMPI Global).
La pregunta inmediata es ¿cuáles son los resultados de Canarias? Empecemos por decir que caben dos lecturas: una lee la evolución de los indicadores desde el año 2008 hasta el 2022; otra, compara los resultados de las Islas con los de las comunidades autónomas.
Sobre la evolución del AMPI Global pueden distinguirse dos momentos: hasta el año 2017 el indicador de calidad de vida permanece aproximadamente estable, con pequeñas variaciones y por debajo de los resultados para el conjunto de España; en los años 2018 y 2019, el indicador muestra una notable mejora, aunque siempre por debajo del conjunto del Estado, e inmediatamente cae en los dos años siguientes. Especialmente significativo es el dato de 2022, puesto que no sólo hay una pérdida de calidad de vida respecto a los años anteriores, además presenta el peor indicador de todas las comunidades autónomas.
Una mirada a las nueve dimensiones en 2022 ofrece un escrutinio más riguroso. En sólo una dimensión Canarias presenta mejores resultados que el conjunto de España (experiencia general de la vida). En el resto de las dimensiones los indicadores son peores que los de España en su conjunto. Los resultados relativos más divergentes se obtienen en las condiciones materiales de vida, trabajo, entorno y medioambiente. Son también peores resultados que los del conjunto de España en ocio y relaciones sociales, gobernanza y derechos básicos, salud y educación.
El proyecto Better Life de la OCDE utiliza once dimensiones de calidad de vida. Coloca a Canarias en el segmento superior en comparación con las demás regiones en acceso a los servicios, medio ambiente, salud y seguridad. En el resto de las dimensiones, las Islas se encuentran en el segmento de cola. El proyecto señala que Canarias tiene un nivel de bienestar similar al de Cerdeña (Italia), Egeo Meridional (Grecia), Coquimbo (Chile) y la región Norte de Portugal. La metodología puede consultarse en OECD (2018): Regional Well-Being: A user’s guide (www.oecdregionalwellbeing.org).
Los resultados de estos proyectos nos sugieren algunas cuestiones fundamentales sobre Canarias. En primer término, existe evidencia suficiente como para afirmar que la calidad de vida de la población de Canarias en su conjunto no ha mejorado significativamente en los últimos cuatro años, por el contrario, en 2022, ha empeorado. Es necesario matizar esta afirmación. Hay que tener en cuenta que se está comparando Canarias con el conjunto de las comunidades autónomas y, por tanto, con el conjunto de un país que pertenece a lo que podemos llamar “mundo desarrollado”. Nada que ver si lo comparamos con territorios insulares cercanos, como Cabo Verde, por ejemplo. En segundo lugar, la población es un agregado en el que hay desigualdades evidentes: las clases sociales tienen diferentes posibilidades de construir una buena vida. Es cierto que la distribución de la renta en las Islas tiene en 2021 un nivel de concentración ligeramente menor que en 2015, pero sigue siendo superior a la concentración de la renta en el total de España (ver en INE, Atlas de distribución de la renta de los hogares).
La segunda conclusión a la que los indicadores nos llevan es que las condiciones materiales de vida en sus tres componentes (condiciones económicas, materiales y de seguridad) que se miden a través de doce indicadores, resultan ser notablemente peores en Canarias que en el conjunto de España. Quiere esto decir que la pérdida de crecimiento potencial del PIB, unido al crecimiento de la población, que se ha producido en Canarias a partir de 2003, está afectando decididamente a la pérdida relativa de condiciones materiales. Es este un hecho trascendente: la economía de Canarias es persistentemente divergente con respecto a la economía española y europea, no sólo porque la población ha crecido rápidamente sino también porque las tasas de variación del PIB son ahora más bajas que en la segunda mitad del Siglo XX.
Por último, lo que nos están diciendo los indicadores de calidad de vida es que las islas pequeñas y alejadas de los continentes desarrollados son territorios que tienen notables obstáculos para aprovechar las oportunidades que ofrece la economía de mercado. Son condicionantes permanentes que no pueden ser resueltos por la política económica hasta el punto de ser eliminados.
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