Opinión
Wladimiro Rodríguez Brito Juan Jesús González Afonso
De emporio agrícola a ciudad dormitorio de espaldas al campo, el caso de Arafo

De emporio agrícola a ciudad dormitorio de espaldas al campo, el caso de Arafo
Arafo fue, y probablemente sigue siendo, uno de los municipios agraciados con mejor reparto de tierras en el sentido de la distribución de éstas en pequeños y medianos propietarios, lo que, junto a las buenas condiciones climáticas, buen suelo y presencia de importantes manantiales de agua, propiciaron la aparición de una clase media vinculada al campo que fue capaz de exportar papas a Inglaterra o cebollinos a Estados Unidos no hace tantas décadas. Hoy día, después de un cambio radical que le ha convertido mayormente en un pueblo dormitorio, es incapaz de producir las papas que consume, entre otras producciones agrícolas que permitieron a centenares de familias enviar a sus hijos a la universidad no hace tanto.
Un municipio relativamente pequeño tuvo hasta no hace tantos años no sólo dos casinos sino además tres molinos de gofio y entre treinta y cuarenta ventas a donde iba a parar una parte de la producción local directamente o por medio de los gangocheros que inmortalizaran Los Sabandeños con versos del popular Nijota y su Polka Frutera. Por cierto, gangochero o intermediario al que en muchas partes se comienza a echar de menos después de lo que ha representado su remplazo por esa especie de bota malaya que ha venido a representar el poder de las grandes cadenas de distribución que acabaron con las ventas de barrio, efectivamente, pero también dejaron desubicados a los pequeños productores incapaces de garantizar las exigencias de las grandes superficies en cantidad o garantía de suministro a lo largo del año y en precios. En calidad probablemente iban sobrados.
En todo el Valle de Güímar, y en todo Tenerife, existían estos intercambios y sólo en Arafo hay quien es capaz de recordar y reconocer a más de una decena de gangocheros que ya no están entre nosotros. Onelio, Toño (hijo)… y otros que hacían posible la distribución de comida no sólo por las ventas sino al propio Mercatenerife, a donde acudían los que intermediaban o los propios campesinos con sus producciones (y en muchos casos las del vecino) en número que hoy se ha visto reducido drásticamente hasta en los propios mercadillos del agricultor. Este pasado miércoles, sin ir más lejos, sólo tres puestos de los veinte o más con los que cuenta el mercadillo de Candelaria exponían productos. Esa es la realidad y el lamentable panorama al que nos enfrentamos.
Hace 40 años Arafo contaba con 400 hectáreas de regadío y otras 300 de cultivos de secano (años 80) y se cultivaban millones de cebollinos, las papas de semilla entraban en el Valle por miles de sacos (hoy se distribuyen a cuentagotas) mientras las hortalizas y verduras sirvieron no sólo para el autoabastecimiento local sino que representaron un importante aporte en lo que representaba la demanda del Área Metropolitana por medio de Mercatenerife o directamente a los puestos de venta. La realidad es que hoy nos está llegando no sólo la papa de Inglaterra, Israel, Chipre, Egipto… sino que las cebollas las importamos del otro lado del mundo (Nueva Zelanda) o las peras y manzanas de Chile por poner algún ejemplo en tiempos de kilómetro cero, comercio justo, huella de carbono, cambio climático…
En el año 28 la Refinería de Santa Cruz pudo desarrollarse gracias al agua que le proporcionaba la galería de Los Huecos, entre otras del Valle de Güímar, lo que permitió también que el agua corriente entrara mayoritariamente en las casas de Santa Cruz porque los afloramientos de Los Catalanes no eran suficientes. Y es que cuando hablamos del sector primario el agua es un factor clave, y no cabe duda que la competencia del consumo urbano/turístico representa una dificultad añadida especialmente en unos tiempos en los que el cambio climático (o lo que sea que esté produciendo estas altas temperaturas y escasas precipitaciones) está provocando estragos.
De ahí que resulte de todo punto de vista incomprensible que a estas alturas tengamos una depuradora comarcal terminada pero sin red de alcantarillado que lleve las aguas negras hasta ella y mucho menos red de riego y módulos de desalinización necesarios para ofrecer al sector primario un agua de calidad y que dé seguridad a los cultivos y al sostenimiento de unos suelos que hemos de cuidar al máximo por escasos y por estratégicos. Eso es inviable con índices de conductividad con los que se está trabajando en muchos casos por encima de 1.200/1.300 microsiemens.
El agua, las importaciones masivas y muchas veces sin la mitad de los controles y condicionamientos que exigimos a los productores locales, dificultades todas en materia de comercialización tras la llegada de las grandes superficies (en el cruce de Arafo con la TF-1 hay tres foráneas y una local) que llegan a cobrar al agricultor hasta por el alquiler de las cajas en las que se les deben llevar los productos del campo, la imposibilidad de contar con la ayuda incluso de familiares para recoger una cosecha de papas, los libros de campo y, sobre todo, el deterioro que ha sufrido el reconocimiento de la cultura rural en una o dos generaciones nos ha conducido a esta situación. Porque hemos decidido apostar por la oferta, por lo barato que termina saliendo caro –muchas veces hasta en consecuencias para nuestra salud– y por una cultura que vive de espaldas a lo rural más allá de las romerías que empiezan justamente este fin de semana en varios puntos de la Isla.
Arafo también se ha convertido en pueblo dormitorio, con colapso de acceso a la autopista en horas punta y no parece razonable que presente una estructura de cultivos similar a la de Garafía, en La Palma, donde se ha producido despoblamiento (la isla vaciada) y un envejecimiento general que de momento no parecen tener paragón con la realidad arafera, de hecho en Güímar ocurre una realidad algo diferente y el abandono del campo no es tan generalizado, véase viñedos de Las Dehesas o Los Pelados y el papel fundamental que jugó ese territorio como cortafuegos el pasado agosto.
Y no hablamos de desesperanza ni de desilusión, hablamos en términos de trabajar por un futuro donde revaloricemos lo cercano, nuestro paisaje (fundamental frente a un desarrollo armónico con el sector turístico), nuestra cultura agraria y evitemos contribuir a degradar lo rural, fundamental a la hora de garantizar desde un autoabastecimiento mínimo hasta nuestra propia seguridad frente a los incendios forestales. En un mundo cada vez más convulso parece lo más razonable y a Arafo, en este sentido, le corresponde un papel protagónico.
- Cierra el Teatro Guimerá de Santa Cruz: el 30 de marzo acogerá su última función hasta dentro de tres años
- Lidl invierte más de 10M€ en su tercera tienda en Santa Cruz de Tenerife y crea 20 empleos
- Carlos Rivera: «Creo que me voy a empadronar en Canarias»
- Santa Cruz de Tenerife y Palma de Mallorca dan los primeros pasos para su hermanamiento
- Golpe al narcotráfico en Canarias: incautan cerca de 800 kilos de hachís y detienen a diez miembros de una banda
- El Euromillones 'sonríe' a Tenerife
- Prosigue la oleada de robos en una zona de Tenerife
- La historia del unicornio carnavalero que conquistó Santa Cruz: 'Pasó de disfraz a ser un transporte durante el Carnaval