Opinión | El Malecón
José Sámano
A los pies de Beckenbauer
Con él, el fútbol comenzó a percibirse desde la trinchera, desde esa cueva él manejaba lo que luego harían los llamados "dieces"

Franz Beckenbauer. / EP
La muerte del 'kaiser' debería reconciliar al aficionado futbolero con esa tara de que el fútbol alemán siempre fue pedestre y algo asilvestrado. Franz Beckenbauerfue un jugador del Bolshoi, un futbolista totémico para Alemania y el fútbol mundial. El primer defensa con frac, versallesco, cabeza empinada, tranco erguido, potente, con zancada. Con Beckenbauer el fútbol comenzó a percibirse desde la trinchera, desde esa cueva él manejaba lo que luego harían los llamados "dieces". La figura de Beckenbauer desmintió hace 50 años que Alemania fuera un equipo de culturistas con pico y pala. Lo mismo dio para muchos.
Antes de que el gran Beckenbauer irrumpiera como emperador en el Mundial de 1966, donde fue elegido mejor joven, ya en 1954 la Germania de Helmut Rahn y Fritz Walter había doblado a la gran Hungría de Puskas, Hidegkuti, Czibor y compañía.
Franz, Beckenbauer, evolucionó a Alemania. Un mediocentro empotrado entre los centrales para dar salida al juego, como luego hicieran Matthaus, Sammer y otros. ¡Cobarde!, le dijeron los heterodoxos a Franz. ¡Comodón! Nada que ver. Él dio un paso atrás para mejorar su observatorio y dar al juego otra panorámica, como luego harían tantos y tantos equipos.
Beckenbauer ya fue especial desde que era becario. Incluso con un brazo en cabestrillo, como en la semifinal mundialista de 1970 con Italia, en la que los germanos sucumbieron ante Facchetti y su prole.
El fútbol alemán es a Beckenbauer lo que el holandés es a Cruyff -con el que coincidió en el jubileo del Cosmos de Nueva York- o el brasileño a Pelé.
Futbolista icónico, como técnico llevó a Alemania al título mundial de 1990, contra la Argentina de Maradona. Siempre fue un visionario, como jugador, entrenador, presidente de su Bayern Múnich y senador parlante de todo lo que aconteciera en la Bundesliga y su periferia. Alemania ha sido Beckenbauer, como Beckenbauer ha sido Alemania. Mal que le pese al Atlético de Luis, al que frustró en la final de la Copa de Europa de 1974. Franz puso el poso hasta que el "quebrantalenguas" Schwarzenbeck, su centurión en la zaga del Bayern, le dio la puntilla a Reina.
A Beckenbauer el fútbol le debe un altar en el gran panteón. No solo Alemania, sino el universo futbolero.
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