Opinión
Juan Luis Lorenzo
Infraestructuras, energías renovables y simplificación legislativa, los tres pilares del futuro de Canarias

El despliegue de las renovables da resultados visibles / Shutterstock
Acaba 2023 y con los nuevos 366 días que trae el año bisiesto que vamos a estrenar todos nos llenamos de buenos propósitos: mejorar la salud, estar más tiempo con la familia, mejorar las relaciones sociales… los empresarios además solemos hacer balance y prepararnos para otro año de lucha, otro año en el que hacer ver a los representantes institucionales qué es lo que necesitamos para seguir generando riqueza, puestos de trabajo, oportunidades de negocio… y la verdad es que para eso siempre tenemos la prisa que nos da la responsabilidad que llevamos a nuestras espaldas, esa que nos hace ser los reyes de la falta de sueño y quienes más utilizan esa frase tan nuestra, tan de empresario: si fuera por mí ya estaba pero es que tengo tantos detrás…
Hace relativamente poco que hemos entrado en un nuevo ciclo político a todos los niveles: nacional, regional, insular y municipal y ahora se impone ya la cordura, el trabajo, el sosiego institucional. Esta tierra, Canarias, pero especialmente Tenerife necesita calma y que nuestros representantes eviten perder fuerzas en enfrentamientos que a nada conducen y se centren en resolver problemas que, en algunos casos, llevan décadas de retraso.
Las infraestructuras son un buen ejemplo: comprendemos que hay que buscar soluciones rápidas y temporales para evitar los terribles atascos que sufren las dos autopistas pero eso no nos puede hacer olvidar esos remedios que serán el arreglo definitivo a un problema que no deberíamos tener desde hace mucho tiempo. Las autopistas están saturadas, soportan una presión de vehículos brutal, pero no lo están menos las vías secundarias que piden a gritos no reparaciones de urgencia sino soluciones a largo plazo, asfaltados, mejora de arcenes. No podemos seguir así: los proyectos deben salir de las gavetas por el bien de nuestra isla y de las empresas. El número de horas que se pierde en las colas, la cantidad de combustible que derrochamos, las pérdidas empresariales, la brutal contaminación que ocasiona… no nos lo podemos permitir.
Como no podemos permitirnos estar, a nivel nacional, a la cola de la generación de energía renovable. España se ha convertido en el primer gran país europeo cuya producción eléctrica mediante renovables supera el 50% de la energía consumida. Vamos por delante de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido… y eso está muy bien. Por comunidades autónomas Castilla-León, Castilla-La Mancha y Andalucía son las primeras productoras.
¿Y Canarias? Las Islas ocupan el octavo lugar por la cola… y eso es vergonzoso. Es vergonzoso porque apenas generamos con energías renovables el 20% de lo que consumimos… y no será por falta de interés de los inversores, ni de los empresarios locales; es simplemente que la maraña legislativa de esta región y la falta de técnicos en las consejerías que tienen que sacar adelante los proyectos son de tal calibre que a los proyectos se les echa el tiempo encima, les comen las trabas burocráticas superpuestas por las diferentes administraciones y las empresas acaban por desistir. Debemos reconocer que los técnicos de las consejerías de Infraestructuras, Industria y Transición Ecológica del Gobierno de Canarias hacen un tremendo esfuerzo excediendo muchos días su horario laboral para sacar adelante los proyectos pero son pocos, muy pocos y es imprescindible reforzar esa plantilla.
No podemos seguir así. En algún momento alguien tiene que reflexionar sobre las posibles consecuencias de la hiperregulación que padecemos y cuáles serían algunas de las pautas a seguir para simplificar y reducir la producción normativa en Canarias. De hecho, Canarias no está siguiendo las pautas marcadas por Europa en cuanto a la simplificación normativa y es necesario actuar para eliminar las cargas burocráticas innecesarias que generan un coste y esfuerzo adicional para las empresas y los ciudadanos, porque mejorar la legislación no significa desregular sino reducir lo innecesario, refundir cuando sea preciso e introducir normas actualizadas que se adapten a una realidad cada vez más cambiante.
Una legislación más simplificada contribuye a la mejor comprensión y aplicación de la misma favoreciendo la seguridad jurídica y, por el contrario, el exceso de regulación que padecemos afecta negativamente a la legitimidad, credibilidad y aplicabilidad de la misma.
La legislación debe ser una herramienta para contribuir al cumplimiento de objetivos económicos, sociales y medioambientales y no un obstáculo que perjudique a la sociedad en términos de crecimiento y empleo.
Necesitamos, por tanto, refundir, reducir y replantear los textos. Que por cada ley nueva se deroguen al menos dos existentes, porque ese es el mandato europeo: simplificar, simplificar, simplificar y en esto, que parece tan simple y que los empresarios grandes y pequeños llevamos años pidiendo, Canarias se juega su futuro.
Feliz 2024 a todos.
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