Opinión | EN EL CAMINO DE LA HISTORIA

Juan Jesús Ayala

Mentiras, secretos y silencios

Pruebas de MIR en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

Pruebas de MIR en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. / María G. San Narciso

Los sociólogos, entre ellos por destacar alguno, Helena Béjar, catedrática en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y Brunel-Wesst London, enfatizan que «toda relación humana se basa en un juego de saber y de ignorancia». Lo que se manifiesta en momentos de máxima incertidumbre, como los actuales, en los que solo algunos conocen las cuestiones de alta enjundia política, como es la solución que se vaya a dar al problema de Cataluña, mientras otros al no ser los protagonistas andan a la espera de cómo marcharán las reuniones, sobre todo donde existe un «mediador o verificador internacional» en la figura del diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, experto en solucionar conflictos que van desde la paz en situación de guerra hasta confrontaciones guerrilleras en distintas partes de América Latina.

Y hasta que los que esperan no tengan luz suficiente para desarrollar los discursos oportunos andarán en la oscuridad absoluta, y cuando llegue la aclaración final vendrá de la mano, eso sí, desde una supina ignorancia porque en estos asuntos lo que prevalece es la mentira y el silencio encapsulados en lo imprevisto.

Si analizamos, por ejemplo, desde la guerra de Ucrania, el conflicto e inconcluso enfrentamiento israelí-palestino, hasta la cuestión anteriormente reseñada, forman parte de unas relaciones y reuniones que están atravesadas por la duda y remarcadas por el deseo de la ocultación.

Nadie de los que transitan a pie o desde el patio de butacas saben a ciencia cierta cómo van estas cuestiones, por qué se desarrollan de la manera que se hacen, tras la cortina de la sospecha con palabras que se ponen en rodaje para convencer o conformar a la opinión publica que nada tienen que ver con la realidad.

Y es que cuando se desvela una solución que no estaba prevista ni anunciada da la cara la mentira a la que se le da un nuevo significado, por lo que habría que abrir un hueco en el diccionario para comprender si se están utilizando las palabras que componen una determinada frase que acompañan el cambio de decisión diametralmente opuestas a las exigidas en un determinado y anterior momento.

Así la mentira se ampara en el error dejando al margen las cuestiones que definen la ética de la responsabilidad ya que la mentira tiene una indudable utilidad política y sociológica eludiendo la limitación del conocimiento que se está obligado a dar por los que detentan poder que se proveen de una pantalla de distancia a través de la restricción voluntaria de la información.

Además, la mentira se emparenta con el secreto donde en realidad descansa el verdadero poder del que está obligado a dar la debida información sobre cuestiones que pueden comprometer el futuro tanto de los países como de la mayoría de las personas que los habitan.

La modernidad ha arrojado al hombre a un mundo que no controla en el cual se encuentra atónito y perdido. Pero lo lamentable de este asunto es que no levanta la perplejidad de una modorra establecida, lo que vendría bien repensar el libro de nuestro recordado profesor Javier Muguerza, catedrático de Historia de la Filosofía, que inició su docencia en la Universidad de La Laguna, Desde la perplejidad.

El conformismo que acompaña a todo este revolutum nos hace decir: ¡Qué se va a hacer. Las cosas son como son! Olvidando que efectivamente las cosas son como son porque no nos obligamos desde la razón política a que sean de otra manera. El conformismo se establece muchas de las veces por la pérdida de entusiasmo que desde ciertos poderes públicos se implanta como paradigma, el cual es difícil romper para cambiarlo.

El conformismo que también camina por la senda del silencio forma una pirámide truncada donde el filo de la verdad se pone en duda porque nos llega con secretismos, con palabras inadecuadas solo aplaudidas por los que le hacen coro para aumentar la verdad absoluta que no tiene contestación alguna y si la tiene recambian más que el significado, el significante, recordándonos la frase del escritor uruguayo Mario Benedetti, «cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas».

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