Feminismo blanco, culturalmente cristiano y eurocéntrico

Unas mujeres con monos blancos de espaldas, tienen rastros de sangre en espalda y piernas pero destaca una ostensible mancha roja en la zona rectal. Es un montaje de mujeres judías para llamar la atención del mundo. A todos nos viene a la cabeza la imagen que hemos visto varias veces, de una chica israelí que secuestrada la sacan atada de un portamaletas entre hombre armados y agarrándola por los pelos como si se tratara de ganado, sin contemplaciones, con violencia le dan la vuelta para mayor escarnio, ella ya se sabe pieza cazada y no tiene reacción, se trata de enseñar su mancha trasera de sangre, semen; una vez bien mostrada la introducen en el vehículo sin soltarle el pelo. Una visión posterior permite ver por encima del talón derecho, que está seccionado, se buscaba el talón de Aquiles. La esclava sexual no puede huir. Se ignora como habrá seguido el sado en Gaza y si ha muerto y cómo.

Otra es judía alemana solo lleva la ropa interior, va boca abajo en la caja de una camioneta, uno de sus captores estira las piernas sobre su cuerpo, la pierna derecha está dislocada con relación a las caderas, hombre y niños gazatíes la escupen y golpean. Tienen que mostrarla como trofeo, aunque ya esté muerta, la humillación, el odio a la mujer, su repetida vejación.

Las embajadas de Israel invitan al visionado de un vídeo de 43 minutos a periodistas, muchos salen llorando, un periodista argentino cuenta que mientras oía algún sollozo de compañeros él solo pensaba en sus dos hijas. Una jefa de forenses israelíes que abrió las bolsas de mujeres asesinadas da detalles espeluznantes, la obsesión por los genitales y descuartizamientos, que no entiende como el feminismo no haya emitido al menos un comunicado de disgusto/desagrado por las atrocidades perpetradas contra cuerpos y dignidad de las mujeres. Feministas israelíes piden solidaridad sin ningún éxito. Una rubia representante de UN Women, se hace la loca y dice que debe iniciar el expediente Naciones Unidas.

Ante este feminismo blanco, cristiano y eurocéntrico, cada vez más residual, van en aumento las mujeres que se niegan a que se tomen por sus representantes, no las valoran, ni toman en serio, que ya son mayores de edad. Parten de que los no blancos del tercer mundo siempre serán víctimas, sin criterio propio, a los que hay que tutelar, enseñar, proteger. Lo que antes hizo el cristianismo. Marcar desiguales, lo que siempre hicieron los europeos blancos. Siempre eximidos de toda responsabilidad y libertad individual. Sus atrocidades serían «culturales». En el fondo se odian, el llamado auto-odio, como el de Otto Weininger.

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