Opinión
Omar Batista
Sostener el ritmo del partido

Nicasio galván, portavoz parlamentario de Vox. / Carsten W. Lauritsen
En reciente discusión nocturna con compañeras de la Asociación de Comunicación Política surgió la idea sobre si VOX correría la misma suerte que Ciudadanos. Estaba con buena gente de la profesión, algunos incluso con contacto directo con sus más carismáticos líderes.
Había opiniones para todos, algunas interesadas, algunas basadas simplemente en que la de Abascal se trata de una organización populista que vive al albor de un momento populista, y algunas con quizá demasiada complejidad como para beber de ellas una coherencia estimable.
Una organización política siempre puede desaparecer por la sencilla razón de que sus postulados y utilidades presuntas las tomen otras, en ese sentido, si lo que hace una organización es capaz de representarlo otra con más brío y destreza, con una más nítida percepción de la expectativa, la organización entra en un ciclo paulatino que tiende a la irreversibilidad de su muerte en vida.
Eso es lo que pasó con el Partido Socialista en Francia. Lo que ocurrió con Ciudadanos en España fue distinto, y es que simplemente el partido dejó de ejercer el papel que se esperaba de él. Respecto a VOX, no tiene pinta de que se quieran abstener de cumplir su función, y ninguna de las organizaciones existentes hoy parece estar dispuesta a llegar a esos lugares, ni la sociedad española a soportarlo, entonces no parece probable que desaparezca VOX al corto plazo, y mucho menos con las transformaciones identitarias que estamos viviendo en el país. Mientras haya transformaciones en liza, los partidos reaccionarios tienen de dónde comer, tienen a lo que reaccionar.
VOX atesora una tradición histórica amplia, asentada en Castilla y en comunidades clave, como Aragón o Murcia. Aunque difícilmente tendrá un lugar cómodo en una España destinada a seguir dando valor a la realidad diversa que la persigue, hablar de su inutilidad no parece muy razonable, pues los problemas que patrocina seguirán existiendo. Catolicismo, militares y nostálgicos del Imperio Español tienen amplia memoria electoral en el país.
Ante ese escenario de transformación constante, VOX se encuentra muy cómodo dando un refugio mental a quienes votan a partidos conservadores pero son incapaces de aceptar los límites de una contemporaneidad en la que «todo vale».
La alteración de consensos básicos en el sentido común, tienen tan activa a esta corriente política, que no solo se trata de que vaya a permanecer, si no que lo que se espera es que siga creciendo, tal como veremos en las próximas elecciones europeas de julio, donde la amplitud de estas organizaciones se vislumbra más ancha a cada día que pase en nuestra Europa.
Aunque en España esto nos queda lejos, hay dos grandes grupos de ultraderecha con ánimo de conversar para tener un fortín único en el Parlamento Europeo, que son el grupo ECR, donde están VOX o Hermanos de Italia - el partido de la presidenta italiana, Giorgia Meloni - y el grupo de Identidad y Democracia (ID), donde está Alternativa por Alemania o el polaco Fidesz. ECR se ubica en una posición más orientada a no aumentar el poder de la Unión Europea respecto a los Estados, mientras ID apuesta directamente por la ruptura de la propia Unión que nos acoge. En materia de inmigración, derechos de asilo o derechos civiles tienen un acuerdo amplio entre ambos grupos.
En este lugar de lo político vienen cambios para la próxima década, que no pueden significar otra cosa que el entendimiento constante europeístas socialdemócratas, verdes y liberales frente a unos conservadores y reaccionarios con una agenda cada vez más alejada de la Unión. La propia pervivencia de la Unión está relacionada con que la extrema derecha no tenga poder.
1. De la traducción en Canarias no se fíen, pues esta tierra amante del consenso, por ahora no tiene verdes en las instituciones más allá de Escolastico Gil, alcalde de Radazul, Tabaiba y La Esperanza, entre otros enclaves. Vivimos en una tierra marcada por el antiquísimo acuerdo entre liberables y conservadores o bien liberales y socialdemócratas. Si nos salimos de ahí va a ser raro, aunque más raro haya sido que en esta tierra VOX tenga como un 7% de los votos al Parlamento de Canarias, con casi un 10% en la lista de Gran Canaria. Con estos mimbres, sólo nos queda saber cuál será el camino que seguirá la izquierda nacionalista, formada por Nueva Canarias y Drago, y la izquierda estatal, formada por Podemos y el Partido Comunista. ¿Volverán estos a formar la tercera versión de la Unión del Pueblo Canario e ICAN? Parece que la Ley Electoral de Canarias los anima a ello, pues de otra manera quizá sólo tengan representación en Las Palmas y San Cristóbal de La Laguna.
Con tanta duda, seguiremos con cariño atentos a las muy variadas vicisitudes de nuestras instituciones, a ver a donde nos llevan esta a través del mareo. Quedamos pendientes del acuerdo entre socialdemócratas y liberales en Aguere, y la luna de miel entre Cristina Valido y el PSOE en Madrid, la cual desde el Tagoror de Santa Cruz ven con cierto miedo y escepticismo. Estamos pendientes de la próxima semana.
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