Opinión
Joaquín Catalán
Canarias es posible, Jerónimo, y será

Jerónimo Saavedra / LA PROVINCIA / DLP
Adiós a un grande. Jerónimo Saavedra era, es y será colosal siempre. Su nombre ya es historia de Canarias, pero esas letras quedarán talladas con ribetes de oro en cada una de las islas y sus gentes por su cualidad, por su humanidad, por su personalidad, por su valentía política y personal, por su valía, por su bonhomía, por su cultura, por su intelectualidad, por su melomanía, por todo.
Segundos después de conocerse el fallecimiento del político y pensador canario, con 87 años, los mensajes de dolor no se hicieron esperar: «Desánimo y tristeza por la desaparición de uno de los grandes de Canarias» (Clavijo), «Un gran político de Canarias y de nuestro país; un hombre de la transición, dialogante» (Astrid Pérez); «Un hombre de Estado, dialogante, tolerante, culto, predispuesto siempre a la cooperación» (Casimiro Curbelo); «La política me brindó poder conocer a un hombre de gran calidad humana» (Manuel Domínguez); «Contribuyó a la modernización de Canarias, pero me quiero centrar en su socarronería, su saber reírse de sí mismo» (José Miguel Barragán); «Trabajó por una España plural y diversa, su política era la del diálogo, la del acuerdo, la política útil» (Sebastián Franquis)… Un rosario de elogios y consideración a Jerónimo Saavedra bien merecidos.
Jerónimo miraba siempre de frente, te escrutaba con ojos comprensivos, aleccionaba con sus palabras y escuchaba para cultivarse. Podemos dedicar mil palabras a un hombre que lo ha sido todo en la política canaria y española y que ha gozado del respeto de sus compañeros y de sus rivales políticos. Alguien puede criticar su gestión, como es lógico en una persona con semejante currículum, pero jamás escucharemos una crítica a su persona, antes y ahora. Es parte de su legado.
Saavedra fue el primer presidente del Gobierno de Canarias, referente socialista desde los tiempos de la clandestinidad, dos veces ministro, diputado, senador, alcalde, Diputado del Común y primer político español de alto nivel que reconoció públicamente su homosexualidad. Un valiente.
De joven aterrizó en La Laguna para estudiar Derecho. Le preocuparon ciertos comentarios pleitistas de la época y decidió luchar por una Canarias unida. En uno de sus discursos en el Parlamento, uno de los primeros, dijo -con espíritu combativo al pleito- que Canarias era posible. «Canarias es posible», dijo con un gesto casi provocativo, siempre y cuando todos los isleños remaran en la misma dirección. No fue fácil, pero Canarias ha sido posible. Y lo es y lo será. Puede Jerónimo descansar en paz, porque su sueño se hizo realidad y además lo pudo comprobar con sus propios ojos, con esa mirada curiosa que nunca dejará de guiar a todos los canarios, piensen como piensen, voten a quien voten. Esto es el respeto. Se logra con el ejemplo.
Descansa.
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