Opinión | EL RECORTE

Las dudas finales son un timo

Una imagen del Comité Federal del PSOE del pasado 28 de octubre de 2023.

Una imagen del Comité Federal del PSOE del pasado 28 de octubre de 2023. / EP

Mientras media España se sacude por la amnistía a los que protagonizaron los incidentes independentistas de Cataluña, por detrás circulan los trenes cargados de dinero: detrás de la política andan siempre los presupuestos.

Para poder Gobernar, el PSOE ha accedido al rescate de la Generalitat, a la que se le va a condonar el 20% de la deuda pública que ha generado con el Estado, equivalente a más de dieciséis mil millones de euros (quince más los intereses). Como resulta que Cataluña es una de las comunidades mejor financiadas por habitante y por ahí no se podía perdonar nada se han inventado un alambicado sistema destinado a compensar «el impacto negativo del ciclo económico». Una coña. Un concepto que permitirá que el Ministerio de Hacienda tenga la capacidad de modular arbitrariamente lo que le da o le deja de dar al resto de las autonomías cuando pidan a gritos el mismo trato. De postre, además, le han cedido la gestión completa del sistema ferroviario de Rodalíes. Y las inversiones de la red. Lo mismo que decían no se puede hacer con los aeropuertos canarios.

Rescatar a quienes se han endeudado hasta las trancas supone perder la credibilidad y pulverizar cualquier intento futuro de imponer la disciplina fiscal a las Comunidades Autónomas. Si tienes los votos necesarios puedes pasarte las reglas fiscales y la austeridad por el arco del triunfo. Al final siempre podrás imponer tu santa voluntad. Es el caso de los catalanes: un fuerte aplauso para ellos.

A falta de saber hasta dónde y hasta quiénes llega el paraguas del perdón general del Estado –algunos creen que hasta la familia Pujol intentará resguardarse del diluvio judicial– los socialistas ya no pueden bajarse más los pantalones. No hay nada que se interponga entre Sánchez y la Moncloa. Ni siquiera la complicada personalidad de Puigdemont y su competencia electoral con Esquerra Republicana: ese íntimo concurso por ver quién aparece en la foto como quien más ha hecho arrodillarse a Madrid. La tensión final, con las supuestas dudas de Puigdemont haciéndose el remolón, son parte del decorado.

El acuerdo está cerrado y la amnistía amortizada por la propaganda. Pero quienes culpabilizan exclusivamente a Sánchez cometen un grave error de simplificación. El nuevo socialismo español, que antes abominaba de esta medida inconstitucional, ahora la defiende, la considera legal y sostiene a pies juntillas que es buena para España. Lo dicen mirando de frente el jolgorio del soberanismo catalán y sus rostros de triunfo. O sea, siendo conscientes de que están llevando a este modelo de Estado a la quiebra.

Con la investidura habrá tormenta, por supuesto, pero la sangre no llegará al río. Lo peor vendrá después, cuando tengan que aceptar una consulta vinculante sobre la independencia en Cataluña. Cuando haya que tragarse otro inmenso sapo lo volverán a hacer con la misma cara de circunstancias con la que se están comiendo éste. Decía Marx que no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Para los que viven del poder, la conciencia es la subsistencia.

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