Opinión
Lázaro R. Carrillo Guerrero
El uno al otro

Sánchez, Michel, Guterres y Borrell se reúnen en El Cairo antes de Cumbre de la Paz.
En definitiva, ¿la existencia humana depende de la política o del carácter humanitario de ambas? A pesar de que no sean fáciles ni las circunstancias ni el destino de dos pueblos, el hebreo y el palestino. Circunstancias donde se vulnera el artículo 33 del Cuarto Convenio de Ginebra, que prohíbe los castigos colectivos y cualquier medida de intimidación o de terrorismo, estableciendo que «ninguna persona protegida puede ser castigada por un delito que no haya cometido personalmente».
Un paisaje adverso sobrevenido en la mañana del Sabbat del 7 de octubre, y extendiéndose en la respuesta de Israel a Hamás. Con la nerviosa mirada de los Estados Árabes y en presencia de una progresiva ansiedad internacional. Además, en otro sábado, el 21 del 23, la Cumbre de Paz del Cairo no ha generado acuerdo alguno para acabar en una declaración conjunta. Sí una convergencia en la protección y ayuda a los civiles palestinos, pero el borrador de declaración de Egipto no mencionaba el derecho de Israel a defenderse.
La prioridad de Israel es aniquilar la existencia de Hamás en uno de los territorios palestinos, Gaza. Al mismo tiempo que en Cisjordania, los ciudadanos palestinos se lamentan frustrados, odian y padecen el horror de su pueblo en la Franja. Porque ambos territorios, aún distantes entre sí, son un todo indisociable de la realidad palestina. Pero una realidad que carece de voz única.
En Gaza gobierna de manera independiente el movimiento islamista yihadista Hamás, con profundas raíces religiosas, sociales y políticas en la población. Y en Cisjordania gobierna débilmente la Autoridad Palestina, con sede en Ramallah y con Abu Mazem (Abbas) como presidente desde 2014, sin convocatoria alguna de elecciones. Circunstancias que contribuyen a complicar, cuando no a imposibilitar, el envejecido anhelo de un acuerdo para el destino de dos pueblos.
Independencia en Gaza y debilidad en Cisjordania que se orientan como una división positiva para Netanyahu, primer ministro de Israel durante 13 de los últimos 14 años, y como un aposento para dormirse y dejar a un lado esa opción de dos estados.
Las atrocidades de Hamás, en la fiesta judía, además de una masacre humana, son también la negación de la existencia de Israel, y paradójicamente un fracaso sin precedentes de la seguridad israelí. En una sociedad, sentida por los israelitas en línea con las de occidente. Al igual que se siente que Hamás garantiza un conflicto sin fin.
Estas atrocidades, o el progromo, linchamiento multitudinario contra los judíos, están a flor de piel en los israelitas. Es la historia que han sufrido los judíos desde la destrucción de Judea por los romanos, pasando por el Holocausto, y la sucesión de otros progromos hasta nuestro siglo. Es la historia que han afrontado con resiliencia.
En definitiva, todo un escenario muy espinoso. Donde el rey Abdalá II de Jordania cuestiona el carácter humanitario del que se depende: las vidas de palestinos e israelíes tienen el mismo valor; la ley internacional y los derechos humanos no tienen límites de frontera, de raza o de religión.
Suscríbete para seguir leyendo
- Golpe al tráfico de migrantes entre Marruecos y Canarias: la Policía Nacional detiene a un hombre clave en Fuerteventura
- Se buscan artistas que pinten al óleo para hacer una película de animación en Tenerife
- Así será el nuevo Paseo Litoral de Santa Cruz: restaurantes, terrazas de verano, carril bici, zonas de baño y parque infantil
- La plataforma de la 'Casa de Papel' abandona los Llanos tras 9 años atracada en esta dársena del Puerto de Santa Cruz
- El Cabildo de Tenerife deja Bodegas Insulares por una posible sanción de la UE
- La paga extra de verano para pensionistas llega con una subida y fecha confirmada de cobro
- Herencias más fáciles y baratas: los herederos no necesitan notario si cumplen este requisito
- Los vecinos de La Salud exigen al ayuntamiento que traslade a los grupos del Carnaval fuera del barrio
La infancia en los medios de comunicación: luces, sombras y un reto pendiente
