Opinión | El recorte

El canario en su percha

Matilde Asián, Consejera de Hacienda.

Matilde Asián, Consejera de Hacienda. / GOBIERNO DE CANARIAS

La señora consejera de Hacienda, Matilde Asián, y el gobierno todo de la Macarronesia Guanche, ha decidido salvar la vida de los canarios aborígenes e importados. Esa es la razón por la que van a subir los impuestos a las bebidas azucaradas –los refrescos– y los vapeadores. Y de paso, por supuesto, seguirán llenando el bolsillo pantagruélico de los presupuestos públicos. En realidad, para salvar a los ciudadanos de los peligros del pecado y la carne tendrían que retirar del mercado la mantequilla, las grasas, el café y la comida basura. Pero eso ya es mucho hasta para el Ejército de Salvación del pacto que nos desgobierna.

Esta anecdótica noticia acompañó, como un lazo de adorno, a la presentación de los presupuestos para el año que viene, que se elevan hasta los once mil millones de euros. En Canarias bajan las rentas familiares disponibles, ocupamos el penúltimo lugar en salarios y desciende el PIB per cápita, pero el sector público sigue engordando que da gusto verlo. Los gastos de estructura de la administración autonómica suben en casi seiscientos millones. Más personal y más gasto corriente. Más madera, que es la guerra. Hasta los socialistas, los pobrecitos, han tenido que hacer un esfuerzo para no aplaudir con las orejas.

A nadie parece importarle que esos presupuestos públicos, casi un cuarto del producto interior bruto de Canarias, no se soporten en nuestro propio esfuerzo, sino en la subvención y la ayuda. La recaudación fiscal en el Archipiélago apenas supera los cinco mil millones al año. O lo que es lo mismo, nuestra vida se sostiene sobre la percha de las transferencias estatales y las subvenciones a nuestra discapacidad ultraperiférica. Un pueblo, tierra, país o estado libremente disociado que no es capaz de sostenerse a sí mismo después de cuarenta años de autogobierno está más perdido que el barco del arroz.

Mientras seguimos cómodamente posados en la percha de nuestra mendicidad, los que pagan empiezan a estar hasta el potorro. Los países europeos más serios, los frugales, que aprobaron a regañadientes los miles de millones en ayudas para evitar la quiebra de España, Grecia o Portugal, están exigiendo que se empiece a pagar lo que se debe. Y los catalanes y vascos van a exprimir como a un limón a un agonizante y debilitado Estado español en descomposición. Los presupuestos de Canarias pueden decir misa, pero contra el vicio de pedir siempre está la virtud de no dar. Nadie sabe aún si vamos a tener nuevo Gobierno en España. Ni existen noticias de cuál será el presupuesto del Estado para el próximo año. Pero es muy probable que llegue un infierno fiscal y los primeros recortes del gasto público. Pensar que ese escenario no va a afectar a las transferencias a las islas es estar en la inopia. Pero sobre todo es no conocer al godo.

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