Opinión
Omar Batista
Sí a la preservación

Una vista panorámica del complejo alojativo Hotel Bahía del Duque. / E. D.
La sociedad tinerfeña está a la espera de planes de futuro. Planes concretos que puedan ser cumplidos. La incertidumbre se come por momentos las aspiraciones de aquellos canarios que están buscando ver si es posible un desarrollo aquí más sofisticado y bueno para la mayoría. ¿Cuál es nuestro proyecto de isla? Durante años seguimos discutiendo sin llegar a ninguna conclusión, sobre trenes, tranvías, carreteras sin acabar, puertos que no se ubican y espacios hoteleros que no se remodelan.
En el mientras tanto la isla se está quedando cada vez más pequeña para los que aquí vivimos, porque por momentos hemos olvidado que la planificación es fundamental para un territorio finito y limitado. ¡Y menos mal! ¡Menos mal que hemos llegado a este punto! Hubo momentos en las islas en los que no teníamos que hacer y los cuerpos transitaban hacia Venezuela, Cuba y Puerto Rico.
Un ámbito que se las trae y nos toca de cerca es el del turismo urbano, el cual está sembrando graves dudas en el desarrollo de nuestras ciudades, que siempre debe ir de la mano de la situación de la población local, para así poder convivir juntos y retroalimentarnos de la mejor manera posible entre propios y extraños.
La hibridación entre las actividades turísticas y nuestra vida es fundamental para no ver perdidas en el futuro nuestras costumbres, para no ver en el futuro más degradados nuestros paisajes, para no ver, en definitiva, una Canarias menos clara para el futuro de nuestros hijos.
Todo lo que hacemos en la isla está relacionado con la actividad turística. Todo ello afecta de forma muy cercana a todas y cada una de las personas. Toda la estrategia turística de la isla debería ir orientada a la necesidad que tenemos de reducir aún más nuestros datos de pobreza y exclusión, así como ahondar en la reducción del desempleo.
¿Existe una hoja de ruta más allá de los intereses de algunos empresarios hoteleros que están en contra del mejoramiento de nuestra planta hotelera y a favor de la apertura de nuevas zonas turísticas? La realidad es que carecemos de una planificación en este ámbito, que nos permita conocer de primera mano cuál es el plan de futuro con el que podemos abordar este asunto con orden y cuidado.
A día de hoy no conocemos qué significado tiene para nuestras instituciones que las zonas sensibles no tengan una limitación del uso vacacional de nuestras viviendas, no conocemos tampoco si ello forma parte de una estrategia turística de nuestras instituciones o simplemente nuestras instituciones están ausentes. Porque precisamente la ausencia de actuar en la problemática pública, y ser meramente un intermediario administrativo, es una de las acusaciones más repetidas últimamente por parte de quienes quieren mantener su bienestar inmobiliario y ven que hay turistas que ya no sólo quieren alojarse en hoteles y albergues, sino también en lo que algún día fueron las casas de nuestros mayores.
En ese sentido sería interesante saber si nuestras instituciones tienen algún plan de cara a poner por delante los derechos de los residentes habituales, digamos, insulares, nacionales o como se sienta más cómodo conocerlos, ante quienes nos visitan. En algunas ciudades, como Nueva York o Lisboa, ya se plantea que no se pueda dar alquiler vacacional si la persona propietaria no es corresidente en el momento del alquiler. Además también se plantea cómo en determinadas zonas de estas ciudades no está permitido alojar a turistas fuera de espacios homologados para ello, como son nuestros fantásticos hoteles de toda la vida, que tan graciosamente nos han alimentado tras el devenir de la cochinilla y el plátano.
El exceso de turistas en zonas urbanas es un fenómeno que persigue a la mayoría de las ciudades históricas de Europa en nuestro tiempo, ya que pareciera que el visitante quiere recrearse simbólicamente en el pasado, en un pasado que era más lustroso, que tenía mejor color y mejor salud. Tenerife te ofrece eso en lugares como La Laguna, Garachico, La Orotava o Puerto de la Cruz. Espacios de ensueño que encierran tu conciencia en un momento donde los buenos valores estaban más entre nosotros.
¿Los grandes beneficios de esta dinámica sólo guardan interés para los propietarios de los inmuebles? Convendría dar forma a mecanismos para la resiliencia en este ámbito, y que el mejoramiento de las instalaciones turísticas de Tenerife, el aumento de la capacidad adquisitiva de quienes aquí viven, y la voluntad de preservación de nuestra paz social y noción de comunidad se vean protegidos por nuestras instituciones.
Hay dos cosas muy importantes en la vida: la primera es el trabajo y la segunda la vivienda. Ya después si se puede tener salud mejor, porque nadie nos va a mantener. En ese sentido, si nuestras instituciones no son capaces de activar mecanismos inteligentes que protejan el trabajo y la vivienda de los canarios, ¿cuál es la labor de su protección?
Las instituciones políticas y sociales tienen el deber de generar mecanismos de protección para el bienestar de la ciudadanía. En Canarias, tradicionalmente, nos ha costado poner por delante nuestro papel ante quienes vienen de fuera, haciendo a veces más por igualarnos ante la generalidad de los españoles, que por ponernos en valor antes quienesquiera que visiten nuestra isla.
Quizá, ante el cambio de los tiempos, donde afortunadamente ya nos sobra y no nos falta, seamos mejores activando mecanismos para la preservación. Se preserva aquel que tiene algo que conservar. Quizás ha llegado el momento de por fin hacernos conservadores, porque lo que tenemos vale más de lo que creíamos, y ya nos hemos convencido de que no vamos a poder vivir sin ello.
Seamos conscientes, protejamos lo nuestro.
Sí a la cohesión social, sí a la vivienda para los canarios, sí al mejoramiento de la actividad turística, sí a la mejora es nuestros espacios públicos, sí a la delimitación de las zonas residenciales y vacacionales, sí en definitiva a un orden que tenga como primera prioridad el interés de quienes cada día trabajan para sacar adelante a esta tierra, los trabajadores y trabajadoras de las Islas Canarias.
Al hilo del camino de la especialización en ámbitos como el cine o lo audiovisual, el desarrollo de establecimientos de turismo de lujo debería ser una pieza clave de la Canarias del futuro, que sólo interviniendo los espacios ya existentes puede preservar su forma ser y comunicarse con el mundo.
Por tanto, grandes marcas hoteleras como Tivoli de NH, Alila y Joie de Vivre de Hyatt ya tienen previstas próximas aperturas en las islas hasta el 2025 inclusive. Otros actores están ampliando considerablemente su presencia a través de fusiones o adquisiciones con operadores regionales. Entre las operaciones más destacadas están la adquisición por parte de Hyatt de Apple Leisure Group (ALG), que incluye 12 complejos hoteleros con más de 4.000 habitaciones; o la fusión entre IHG e Iberostar, con siete complejos y más de 2.500 habitaciones.
Tenerife no es un destino tradicionalmente asociado al turismo de máximo lujo, como sí lo son otros destinos internacionales. Por ello, Gustavo Escobar, director del Hotel Botánico en Puerto de la Cruz, considera que es importante que las instituciones y las empresas trabajen de forma conjunta para que Tenerife disponga de las infraestructuras necesarias para acoger a este tipo de turismo y así poder competir con el resto de destinos en igualdad de condiciones. Escobar también cree que la creación de normas internacionales o europeas que regulen la movilidad en época de pandemia podría ser beneficiosa para el turismo, ya que la diferencia de normativas causa gran confusión a los turistas internacionales.
Para los turistas con alto nivel adquisitivo también es importante que sus viajes tengan el menor impacto en el medio ambiente. Por este motivo, Bahía del Duque y Las Villas se han asociado con Private Jet Service Group (PJS), la primera compañía de jet privados con huella de carbono cero. PJS participa en un programa de reforestación para compensar las emisiones de carbono, el cual es fundamental la sostenibilidad insular, más que nada ante la insuficiente acción por parte de nuestras instituciones en esta materia.
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