Opinión | A BABOR

Qué es ser español

España - Escocia

España - Escocia / Julio Muñoz

Una encuesta publicada ayer por El Mundo asegura que los españoles se sienten ahora más patriotas que hace un año. El periódico (que no la encuesta) interpreta que si ocurre así es por la situación creada con la evidencia de una inminente amnistía a los condenados por la comisión de delitos durante la etapa del procés y la posibilidad –más remota– de una convocatoria de referéndum o de alguna consulta similar para que el patio se pronuncie sobre la independencia de Cataluña. Yo no estoy seguro de que el aumento del patriotismo que detecta El Mundo sea necesariamente una consecuencia del cabreo de muchos españoles por las componendas del sanchismo con los indepes. De hecho, ni siquiera estoy muy convencido de que los datos de la encuesta certifiquen que hoy somos más patriotas que hace un año. De hecho, sólo algo menos del 45 por ciento de los consultados prefiere definirse como español antes que hacerlo como europeo, de mi comunidad autónoma, de mi pueblo, ciudadano del mundo o de mi país de origen, porcentaje este que se corresponde bastante con el número de ciudadanos de este país que no son españoles, dicho sea de paso.

Es cierto que contraponer el sentirse europeo con el sentirse español, o el sentirse cántabro, andaluz o canario con ser español, o tirar más por el pueblo de uno, o percibirse a uno mismo como ciudadano del mundo, pues no parece que implique necesariamente una contradicción con el hecho de ser español. Quizá sea todo lo contrario. Pero resulta chocante que menos de la mitad de los consultados hayan elegido definirse por el gentilicio que nos define como integrantes de una nación antes que la suma del resto de las opciones. Mientras el periódico nos habla de más patriotismo, el sondeo revela que del año pasado a este, casi siete de cada cien españoles se han pasado al bando de los que eligen otra forma de definirse.

Ocurre a veces que los sondeos están hechos de tal forma que permiten elegir qué resultado se destaca. Es verdad que este año ha aumentado un 0,7 por ciento el número de españoles orgullosos de serlo, pero también ha aumentado casi diez veces más –cerca de siete puntos– el número de españoles que se identifican más con su pueblo o su región o con Europa o con el mundo, que con el país en el que viven. La cosa tiene además su lógica partidaria: los que prefieren sentirse ciudadanos del mundo votan más a partidos de izquierda, los que se sienten más orgullosos de ser españoles lo hacen a partidos de derechas, y los que se identifican con su región son regionalistas o nacionalistas y etcétera. Parece evidente que el sondeo no es ni demasiado relevante ni sorprendente, responde a la lógica de las cosas. Aunque –como ocurre con la mayoría de los sondeos realizados con la intención de ser publicados en un medio de comunicación– tiene su parte divertida: por ejemplo, las respuestas nos revelan en qué está dividido el país: lo está entre quienes se consideran más próximos a los ciudadanos de los países europeos, y quienes están más cerca de los latinoamericanos y hay que decir que ganan por poco los partidarios de lo latino. Yo no me lo creo mucho, pero será que estoy harto de escuchar opiniones despectivas sobre cómo los machupichus vienen a robarnos el pan. Nunca he escuchado que nadie acuse a un danés o un belga de hacerlo, y mira que hay italianos trabajando en la hostelería… Va a ser que en los sondeos también camuflamos las opiniones bajo el manto protector de lo políticamente correcto.

También nos explica el sondeo que la gente de derechas es la que ve por la tele el desfile militar del 12 de octubre, y la de izquierdas no lo ve, a lo mejor para no escuchar al público abuchear al presidente del Gobierno, que desde hace un lustro es otro clásico del día, como la crítica en los periódicos serios de los vestidos de las señoras. Lo de la atracción de la derecha por lo militar es sin duda otro tremebundo descubrimiento demoscópico. A nadie se le habría ocurrido nunca tal cosa.

Pero no puede decirse que la encuesta no aporte percepciones certeras. Por ejemplo, destaca algo en lo que la mayoría de españoles, y en similares porcentajes de aceptación, seamos de derechas o de izquierdas, estamos ab-so-lu-ta-men-te de acuerdo. Y es que el 25 de julio, día de Santiago, santo patrón de España, debe ser fiesta en todo el territorio. Por fin algo que nos define a todos como auténticos españoles: estar siempre dispuestos a incorporar un día más sin trabajar al calendario festivo. Para que luego digan que ya no hay cosas que nos unen.

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