Opinión | Crónicas de la Revo-ilusión
Olga Merino
Granada, un retrato de familia desavenida

Meloni celebra su economía y confiesa apuros con la inmigración a un año de su elección
Ya lo dijo el clásico, el poeta mexicano Francisco de Icaza: «Dale limosna, mujer, / que no hay en la vida nada, / como la pena de ser / ciego en Granada». Una ciudad acogedora y fotogénica, una magnífica puesta en escena para la cumbre de líderes de la Unión Europea, uno de esos encuentros con proyección internacional donde Pedro Sánchez se mueve como pez en el agua. El cónclave ha salido a pedir de boca. O casi. Como sucede en las reuniones con la parentela, los comensales miran a cámara con una sonrisa profidén entre los labios, pero la procesión va por dentro: el asunto de la inmigración ha empañado el retrato de familia.
Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, el país europeo, junto con Grecia, más afectado por la llegada masiva de inmigrantes, la gestión de su asilo, los naufragios y la espantosa cadena de muertes, impuso la cuestión en la agenda. Pero la presión de Polonia y Hungría, ambas muy tensionadas por la acogida de refugiados de la guerra en Ucrania, dinamitó el comunicado final de los Veintisiete, vetando cualquier mención al respecto. Si ahora se suda tinta para acordar una postura común, no quiero ni imaginar qué ocurrirá cuando la UE se amplíe a 32 con Ucrania y los Balcanes.
El miércoles, los socios comunitarios lograron desbloquear el Pacto de Migración y Asilo, que llevaba años de retraso por la pugna entre Alemania e Italia –Meloni tiene entre ceja y ceja a las onegés, por el efecto llamada que a su parecer ejercen–. A trancas y barrancas, pues, el acuerdo se rubricó con una serie de medidas que, si bien implican un endurecimiento, saben a poco en Varsovia y Budapest. No quieren ni oír hablar de repartos, de la obligación de absorber refugiados para ayudar a los países que se encuentran en la primera línea de desembarco ni del pago de una multa, en compensación, de 22.000 euros por cada persona rechazada.
Orbán y la «violación». El primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, ha equiparado el pacto migratorio con el estupro: «Si te violan, en términos legales, y te obligan a aceptar algo que no quieres, ¿cómo puede haber un acuerdo?». Mira por dónde, el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra empleó la misma palabra para referirse a la supuesta amnistía, equiparándola con la violación de 40 millones de españoles. Ambos podrían haberse ahorrado tan horripilante símil.
Un mundo complejo genera problemas enrevesados. Ninguna solución es sencilla pero, en el caso de España, resulta agotador que la ballena Moby Dick –o sea, el procés y sus coletazos– engulla el debate en medio de tan mayúsculos desafíos globales: la inmigración, el cambio climático, la inteligencia artificial. La isla del Hierro está desbordada y sin recursos por la llegada de cayucos, y nadie dice ni mu.
Suscríbete para seguir leyendo
- Este es el municipio más rico de Tenerife: piscinas naturales, barcos hundidos y una cesión histórica
- La Seguridad Social dará 5 años extra de cotización a los trabajadores que cumplan los requisitos
- Nuevos problemas en el Puertito de Adeje: 'El día que pueda te va a dar la patada a ti también
- El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife desoye a los vecinos: los grupos del Carnaval seguirán en La Salud
- Un puente hacia ningún lugar sobre la autopista del Sur de Tenerife
- Se toma la Justicia por su mano: Encierra en el maletero de un coche al ladrón de su casa en Tenerife
- Santa Cruz encarga el derribo de las antiguas cocheras de La Rosa para habilitar más aparcamientos
- Batalla vecinal por La Tolerancia en Santa Cruz