Opinión | El recorte
Dolores democráticos tardíos

El administrador único de Radiotelevisión Canaria (RTVC), Francisco Moreno
La gente debió pensar que estaba loco. Un tipo en una terraza, solo, riéndose a carcajadas. Pero es que hacía mucho tiempo que no leía nada tan divertido. Un pieza de literatura humorística con la que no puede competir ni Chesterton, Twain o Poncela.
Los socialistas canarios han criticado sentidamente el «decretazo» aprobado por el Gobierno de Canarias para nombrar un administrador de la Televisión Autonómica. Les duele la democracia y se nota en la nota. «Este decretazo arremete contra los valores y las reglas democráticas» para ganar aquello que no consigue con el diálogo y el acuerdo en la Cámara regional». Ños, qué bonito.
La tele canaria, esa fábrica de generar pasta y aburrimiento, fue gobernada en la etapa del pacto de las flores por un administrador provisional. Desde que la tele se adscribió al Parlamento canario entró en unas aguas pantanosas donde los grandes caimanes dormitan somnolientos e inmóviles y solo abren las fauces para dar una dentellada y comerse algún sapo despistado. En dos ocasiones los socialistas canarios impidieron la creación de una muy democrática Junta de Control que supervisara el canal autonómico. Dos veces Dos, como en los carteles de las corridas, le pusieron el palo en la rueda a las votaciones para esa Junta. Pero se divirtieron, eso sí, llevando pomposamente a examen de una comisión de idoneidad a periodistas y profesionales propuestos para esa Junta ficticia que fueron examinados muy seriamente por diputados, diputadas y diputades que saben de televisión lo mismo que uno de física cuántica. Una pasta dilapidada, un tiempo perdido y un espectáculo inútil. O sea, algo muy nuestro.
Hay que tener un humor muy especial para decir sin sonrojarse profundamente que la televisión pública canaria «no puede convertirse en la televisión del Gobierno» y advertir que «va camino de una fuerte politización». Oh, sí. «Aquí se juega», como exclamaba el comisario Renault. Después de cuatro años de haber exprimido la televisión pública canaria como un limón, de haberla manoseado y mantenido premeditadamente en una situación de provisionalidad que les permitía gobernarla sin dar cuentas a nadie, ahora descubre la Oposición de Hoy que es el Gobierno de Ayer, que el objetivo de los que mandan ahora es «someter» la televisión a «intereses partidistas» y «adulterar» el relato informativo. ¿Y cómo saben que van a hacer eso? Tienen una prueba irrefutable: van a hacer lo mismo ellos.
A la la buena gente de esta tierra, en realidad, la televisión le importa un higo. Es un asunto endogámico de políticos, periodistas y otras hierbas. Malbaratar un proyecto de unidad y cultura canaria no tiene costo electoral alguno. Solo el presupuestario. Y además permite, como es el caso, partirse el culo de risa viendo que algunos amolaron el filo con el que ahora les cortan.
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